París, 1760. El joven Gaspard llega a la ciudad escapando de la miseria del campo. Su ambición desmedida pronto le convertirá en un hombre sin virtud ni conciencia, en un libertino. De la agitación portuaria del Sena al refinamiento de los salones parisinos del XVIII, Gaspard se desenvuelve en las asfixiantes atmósferas magistralmente recreadas por el autor. Una educación libertina traza la ascensión y la caída de un hombre esclavizado por la carne.
Si bien el título apunta al sexo como protagonista de la obra, son escasas las instancias donde aparece. Tiene que ser poco explícito para crear una atmósfera donde los sentidos marcan el compás más que el deseo, que aparece más bien poco. Estamos ante una obra de iniciación, a lo que también apunta el título, pero también es un retrato de la sociedad francesa del siglo XVIII, aparentemente luminosa pero apoyada en la suciedad moral y el libertinaje. Se hace evidente la investigación exhaustiva sobre la ciudad, que el autor no conocía antes de publicar la novela.
Las descripciones realistas del autor transportan al lector en la sociedad del siglo XVIII. En sus formas de vivir, de buscar comida y huir de las enfermedades, incluso en el sexo por las calles. La homosexualidad, la prostitución y el libertinaje que se entreven desde el título se despliegan aquí sin tapujos. En esta novela la sexualidad se vive con dolor. Asistimos a la destrucción que ocasiona la prostitución en la psique del protagonista, cómo lo mata por dentro hasta que al final da igual que consiga o no su objetivo de medrar.
El estilo de la novela, a veces tan sobrecargado que produce una sensación parecida a la náusea; el lenguaje detallista, explícito, las largas frases musicales, la profusión de adjetivos, hace a Del Amo un autor magistral. Uno de los deseos del autor, según nos cuenta la traductora Lydia Vázquez, era usar todas las palabras de su vocabulario dentro de esta obra, y vaya si lo consigue. Del Amo construye una fraseología que exige el uso de tales vocablos para después girar las proposiciones hasta cierto ángulo donde vuelve a ser obligado el empleo de un nuevo verbo. Como traductora, solo me cabe la más pura admiración por Lydia Vázquez por haber llevado a cabo tal epopeya, una traducción sublime, fiel y a la altura del original.
Una educación libertina es el hijo entre Los Miserables de Víctor Hugo y El perfume de Patrick Süskind. En la entrevista en el epílogo podéis leer más detalladamente sus muchos referentes. Este epílogo, por cierto, es un gran acierto por parte de Cabaret Voltaire, ya que nos da una idea mucho más clara de cómo es el autor y cómo ha escrito semejante obra.
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