El Teatro Lara acoge la obra de Moisés Kauffman bajo la dirección de Gabriel Olivares para mostrar los tres juicios al escritor irlandés Oscar Wilde, quien fue acusado de grave indecencia por su homosexualidad. En esta reseña aparecen los hechos, detalles del espectáculo y de los actores.
LOS HECHOS:
1895 – El Marqués de Queensberry escribe en una tarjeta que Oscar Wilde es un “sordomita” (sic) y se la deja al portero de un club. Wilde, después de recibir consejos contradictorios de sus amigos, que no creen prudente denunciar, y de Lord Alfred Douglas, amante de Wilde e hijo del marqués, que le anima a denunciar, emprende acciones legales contra Queensberry.
En el juicio aparecen testimonios de jóvenes que mantuvieron relaciones con el escritor. La Corona interviene en su contra y le denuncia, Wilde está ahora en el banquillo de los acusados. Durante un año se juzga a Wilde por cometer actos de «grave indecencia» e, implícitamente, por crear arte que indignase a la sociedad victoriana de la época. Ni siquiera la fama de Wilde le sirve, acaba siendo condenado a trabajos forzados en la cárcel de Reading. Su arte, su escritura, también fue considerada como inmoral. Se calificó el arte y la literatura de Wilde de inmoral, llevando a su abogado a declarar, “¡parece que lo que está en juicio no es Lord Queensberry sino el arte del señor Wilde!”.
En «Gross Indecency» asistimos a la caída del gran hombre de las letras cuyo legado artístico fue ensombrecido por el tremendo escándalo que rodeó a su encarcelamiento. La vida de Wilde la sepultó una sociedad hipócrita que no aceptaba quién era. 120 años después la situación ha cambiado mucho menos de lo que sería justo, menos de lo que nos gustaría. Esta obra versa sobre el choque entre la personalidad seductora de Wilde y el mundo que se sintió seducido por sus obras pero que olvidó al genio a la primera oportunidad. Dramaturgo, novelista; y, quizá por encima de todo eso, conversador (en este libro podéis leer algunas conversaciones con Oscar Wilde). En la obra de Kauffman y Olivares se da rienda suelta al ingenio que caracterizaba a Wilde dentro y fuera de la ficción.
SOBRE EL ESPECTÁCULO:
En Gross Indecency, el autor, Moisés Kauffman, reúne los autos del juicio, las transcripciones, la correspondencia personal, entrevistas, artículos de prensa, extractos de las obras de Wilde y las palabras de sus propios contemporáneos para contar esta historia. Todas esas fuentes aparecen citadas debidamente, incorporándolas a la obra sin que pierda el ritmo ni se convierta tedioso. Gross Indecency es una “tragedia legal”, una caída en desgracia, un relato del escarnio que sufrió Wilde, en el que vemos toda la agudeza, la desesperación del autor; y su definitivo y público fracaso. Algo tan frío como un auto judicial se convierte en un drama humano en el texto de Kauffman, que dirige Gabriel Olivares.
La escenografía, a cargo de Felype de Lima, incluye estructuras metálicas que se doblan, agrupan y separan para hacer las veces de un club, un juzgado, una mesa de restaurante, la celda de Wilde, etc. Los actores ejercen un trabajo increíble, tanto psicológico encarnando varios personajes a la vez (algunos incluso tres distintos) como físico saltando mientras cantan Somewhere Over the Rainbow. Fascinante también la interpretación de una parte de El retrato de Dorian Gray.
EL ELENCO:
Protagoniza la obra Javier Martín encarnando al irlandés y arrancando varias risas con los manierismos del escritor. Destaca también Asier Iturriaga en el papel nada sencillo de Lord Alfred Douglas. Todos los actores tienen oportunidad de lucirse: el interpretar a varios personajes da mucho juego y también supone un reto que los dramaturgos superan con creces. El cambio de vestimenta, de tono, de forma de moverse y gesticular, de personalidad, es notable para todo el público. Me fascinó Silvia Acosta como el abogado defensor de Oscar Wilde: tenía un magnetismo, un aplomo y una seguridad arrolladoras. Su interpretación está llena de fuerza, te agarra y te engancha y no consigues mirar a otro lado mientras ella habla.
El empleo de un proyector da muy buenos resultados combinándolo con las estructuras metálicas que forman el atrezo: muestran la bandera de Reino Unido, los periódicos con las calumnias al escritor y lo que se preste. La iluminación contribuye a que haya una sensación a lo largo de la obra de que es todo un sueño. Comenzamos en el primer juicio en el que Wilde denuncia al marqués de Queensberry y cuando nos queremos dar cuenta de repente es Wilde el denunciado, un dominó fatídico que de alguna manera no vemos venir por más que supiéramos el resultado de antemano.
En conclusión, Gross Indecency es un retrato sobre la hipocresía de una sociedad que tan pronto ama tu obra como la considera indecente, muchas veces ambas; pero también es un reportaje sobre la caída de Wilde cuando estaba en lo más alto de su fama, un reportaje sobre la muerte de un gran talento debido a la represión. Esta es una obra con una larga trayectoria y espero que siga representándose mucho tiempo. La necesitamos ahora tanto como Wilde la necesitó en su tiempo.
- Velas, magia y música: Fever Candlelight - 17 octubre 2021
- UN OSCAR WILDE SORPRENDENTEMENTE HUMANO - 10 septiembre 2021
- 15 años del Rocky Horror Picture Show en Madrid - 23 junio 2021