Ayer se legalizó el aborto en Argentina, hoy #EsLey, pero la realidad es que en muchos países el aborto sigue siendo ilegal. En muchos países las mujeres siguen teniendo que abortar de forma clandestina, insegura, insalubre; y, sobre todo, mortal.
Hoy os traemos dos libros que tratan sobre el aborto clandestino, enfocándolo de diferentes maneras y habiéndolo pasado en tiempos y países diferentes: Annie Ernaux en la Francia de los años 60, Bárbara Carvacho en el Chile del 2015. Ambas estudiantes de familia trabajadora, ambas jóvenes y ambas forzadas al silencio, al miedo y a la clandestinidad.
En El acontecimiento, Ernaux recuerda y expone los detalles del proceso: desde que se dio cuenta de que estaba embarazada, la búsqueda de ayuda, el rechazo impasible de los médicos, el estigma social, el miedo, y el aprovechamiento del hombre al que pide ayuda y que la ve como alguien “dispuesta”; ya que, total, ya está embarazada, ¿no?
Ernaux persigue el objetivo, en sus propias palabras, de que «mi cuerpo, mis sensaciones y mis pensamientos se conviertan en escritura, es decir, en algo inteligible y general, y que mi existencia pase a disolverse completamente en la cabeza y la vida de otros».
El acontecimiento ha sido el primer libro que leí de Ernaux después de que muchísima gente hablara maravillas del estilo de la autora. Reconozco que tenía las expectativas bastante altas, y Annie Ernaux ha estado completamente a la altura.
Su prosa recuerda ligeramente a la de Marguerite Duras en El amante: Saltamos de recuerdo en recuerdo, mientras la autora intenta recordar todos los detalles y el orden correcto de cómo pasaron. El tono en el que Ernaux ha escogido contarlo es con la calma de algo que pasó hace mucho, sin por ello disminuir su importancia. Expone los hechos de forma casi analítica e imparcial. Parece una historiadora hablando de otra mujer.
Bárbara Carvacho, sin embargo, es mucho más reivindicativa en su obra “Y tú, ¿tan feliz?”. Arremete contra el capitalismo que la obligó a endeudarse para poder abortar, contra el sistema moralista que prefiere que los abortos sean clandestinos y las mujeres silenciadas, incluso a riesgo de morir. Arremete también contra la falta de educación sexual, contra el amor romántico, contra la pederastia, contra todo el machismo al que nos tenemos que enfrentar las mujeres a diario. Carvacho está harta de que el aborto sea clandestino y las abortistas silenciadas, obligadas a llevarlo en secreto. En este libro Carvacho no quiere callarse nada. Su prosa es mucho más enfadada que la de Ernaux, tiene más ganas de reivindicar porque escribe su libro en un momento en que el aborto aun sigue siendo ilegal, en el que tiene que dejar datos en el tintero por miedo a problemas con la ley. El título de esta reseña es una frase sacada de su obra.
Como Ernaux, Carvacho cuenta cómo se quedó embarazada, cómo se enteró y cómo inició el proceso de conseguir dinero y encontrar a un camello que le pudiera vender misoprostol. Tras cuatro intentos, dos ecografías, casi $500.000 gastados y una amistad perdida, consiguió abortar. En el proceso tuvo que tomar 56 pastillas de misoprostol, que se dice rápido, pero son cincuenta y seis pastillas, vía oral y vaginal. Al cambio de hoy 500.000 pesos chilenos sale a casi 600€, pero el riesgo tan alto de perder la vida no puede contabilizarse con dinero. Por eso la autora aboga por un aborto legal, seguro y gratuito.
Quiero dejar reflejada aquí una cita importantísima de Y tú, ¿tan feliz?:
Es mentira que puedes quedar con desórdenes mentales graves tras interrumpir un embarazo si el aborto fue una decisión meditada. No vas a quedar traumada para siempre ni infértil. Te prometo que no vas a soñar con el feto a diario, culpándote por arrebatarle su casita. No eres asesina. No eres mala persona. No te vas a volver una mala madre si quieres tener un hijo en el futuro. Tampoco es cierto que vas a caer en adicciones, en una depresión o que te vas a querer matar por haber abortado. Nunca te vas a perdonar, dice la iglesia. Falso. Tampoco es lo mismo abortar que dar en adopción.
Las opciones son tan limitadas que la pura pena de saber que no puedes elegir qué pasa en tu cuerpo lleva a darte golpes en la panza. Eso sí que es trauma. Mirar a los ojos a un doctor, que con su virgen colgada te reprocha tu actuar, eso sí es trauma.
Hoy más que nunca las voces de estas autoras deben ser escuchadas, para ver qué pasa cuando no tenemos un aborto legal, seguro y gratuito. Espero que el ejemplo y la fuerza de Argentina se traslade a todos los países donde aun se quiere controlar el cuerpo de las mujeres.
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