En Reina, escrito por Elizabeth Duval (Alcalá de Henares, 2000) y editado por Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez, la autora relata su vida en París como estudiante de Filosofía y Letras Modernas en un diario autoficcionado que descubre sus sentimientos, sus divagaciones filosóficas y literarias y la observación y análisis de su entorno. Duval se desnuda ante nosotros en un libro valiente de lo puro sincero: refleja tanto lo bueno como lo malo, sus fuertes y sus debilidades, sus machaques y, por qué no decirlo, su ego.
Reina es una muy buena forma de conocer a la llamada Generación Z. Escrito de una forma que recuerda mucho a la escritura automática, Elizabeth plasma el relato de toda una generación: precariedad, familia elegida, preocupación por la política y la justicia social en la era de la información y el mundo cibernético posmoderno.
Aunque la obra sea un diario, percibimos a Elizabeth a veces casi como un personaje más, donde su existencia a veces roza la performance en un texto provocativo (“una autora debe desdeñar el convertir su texto, si es que es auténtico, en un juguete para la lectora”).
Un recurso muy llamativo es dirigirse a la lectora directamente (“Valgo para algo más que para la elaboración de belleza, ¿verdad? Y ni siquiera sé si sirvo para eso. Tú dime que sí. Dime que valgo para algo más que para crear belleza cual orfebre, lectora. Dime que soy algo más que la belleza que hilvano”) y sobre todo hacerlo en femenino, por el siguiente brillante razonamiento: “Me he dado cuenta de la incongruencia que aparece si hablo de ti, lectora, como lector. Porque mi relación contigo –la relación de la autora con quien lee– es siempre una de amor y deseo, con todo lo que eso implica: no hay otra explicación posible. Y mi deseo se articula en femenino”.

Lo más interesante del libro es su perspectiva como mujer trans y lesbiana, la manera de Elizabeth de enfocar y gestionar las relaciones sexo-afectivas, los crushes, el salir del armario públicamente; pero, quizá más interesante que todo esto sea el que ser mujer trans lesbiana no es el centro del libro, ni una gran revelación, ni un gran drama. Elizabeth Duval simplemente es Elizabeth Duval. Sobre ser trans hay una cita que, para mí, no tiene precio:
“…en una cita con la Unidad de Identidad de Género del Hospital Ramón y Cajal – por aquel entonces todavía conocida como la UTIG, o Unidad de Trastorno de Identidad de Género–, la socióloga que trabajaba como gestora de pacientes cordialmente me comunicó que, si en algún momento me arrepentía de mi precipitada decisión – léase entre líneas: capricho– de emprender el glorioso y apolíneo camino de lo trans, la única salida que tendría sería tirarme de un puente (y llegó, magnánima hasta a ejemplificar: «como el puente Matilla en el Paseo de la Castellana, aquí al lado»).
Os dejo con otra cita de Reina que invita a reflexionar durante bastante tiempo sobre el precio de la autoficción: “¿Te gusta que me convierta en tu producto de consumo? ¿Te identificas conmigo? ¿Cómo me mirarías después de leer este libro?”
- Velas, magia y música: Fever Candlelight - 17 octubre 2021
- UN OSCAR WILDE SORPRENDENTEMENTE HUMANO - 10 septiembre 2021
- 15 años del Rocky Horror Picture Show en Madrid - 23 junio 2021