¿Sabíais que Vera Slónim, alias “la mujer de Nabokov” fue, hasta después de la muerte de Vladimir, lectora, mecanógrafa, editora, correctora, traductora, secretaria, agente, administradora, asesora jurídica, bibliógrafa y hasta su chófer? ¿Que estudiaba tres cursos por encima de lo que le correspondía por edad? ¿Que hablaba de manera fluida cuatro idiomas? ¿Y sabíais que cuando él comenzó a dar clases ella preparaba sus lecturas, conferencias y cursos, corregía sus exámenes, ayudaba a confeccionar los temarios y le sustituyó dando clase durante tres trimestres en 1974?
¿Y sabíais que la mayoría de escritoras empezaron su carrera cuando se divorciaron o cuando murió su marido? Parece que para ser escritora a parte de tener una habitación propia hace falta no tener un «genio» al que haya que, en palabras de Sofía Behr (alias, la mujer de Tolstoi) «crear un hogar tranquilo, alegre, confortable. A un genio hay que alimentarlo, lavarlo y vestirlo, pasar sus obras a limpio infinidad de veces, amarlo y evitarle cualquier provocación de celos, para que esté calmado. Además hay que alimentar y educar a los innumerables hijos de este genio, de los que él no tiene tiempo de ocuparse».
En Anónimas. La escritura silenciosa de las mujeres, de Raquel Presumido, la autora traza la genealogía de la escritura de las mujeres: desde las mecanógrafas y secretarias y su constante sexualización y humillación hasta las mujeres que han tenido que luchar contra todo tipo de obstáculos para poder escribir: la anulación de sus propias personas en su matrimonio, la sombra de un genio, la avalancha de tareas domésticas sin compartir y los prejuicios y dificultades a la hora de conseguir publicar su manuscrito. Graduada en Comunicación audiovisual y con máster en Guion, Raquel Presumido analiza también el tratamiento de los personajes femeninos en la ficción, exponiendo sobre todo el caso de Skyler, la mujer de Walter White en Breaking Bad.
¿Os habéis fijado cómo contemplamos mil matices en los personajes masculinos para potenciar sus luces y difuminar sus sombras? Tomad por ejemplo la popular serie La casa de papel. Hablemos de dos personajes, Berlín y Tokio. Berlín es un violador con todas las letras, se muestra y se dice de manera inequívoca y explícita en la serie; pero también es un personaje dotado de mucho carisma que gracias a eso consigue ser el personaje favorito de muchos espectadores, aunque sea a regañadientes. Tokio es inmadura e impulsiva. Ya está. Y es un personaje muy odiado de la serie porque, sí, es una niñata; pero se la sentencia con mucha más contundencia y con menos contemplaciones que al violador. Quizá el atributo salvador de Tokio sea que es muy atractiva (léase sexualizada).
Anónimas también cuenta la vida de varias escritoras silenciadas: las que tuvieron que escribir bajo pseudónimo para que se las tomara en serio y se las publicara, las que tuvieron que luchar contra su situación económica y familiar para poder sacar tiempo y energía para escribir, las que vivieron a la sombra de su marido y dejaron de lado su propia escritura para convertirse en las criadas de su marido a fin de que ellos pudieran escribir sin interrupción alguna.
Constituye un libro interesantísimo que se lee en un suspiro, pero te lleva a un bucle de informarte sobre las escritoras que nombra, leer sobre ellas y leer lo que escribieron. A pesar de su brevedad su efecto resonará durante meses.
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