Una vez más la moneda turca, la lira, vuelve a devaluarse hasta alcanzar mínimos históricos, situándose en las 11 liras por cada euro. Esta depreciación de la lira y su consecuente inflación se debe principalmente a aspectos referentes al ámbito político y no estrictamente económico como se podría suponer.
El presidente turco, Erdogan, destituyó una vez más al gobernador del banco central Naci Agbal solo cuatro meses después de su nombramiento, siendo ya el cuarto gobernador en el corto período de dos años. Esta destitución se debe principalmente por la estrategia de subida del tipo de interés que se llevó a cabo para frenar la inflación ya que, según Erdogan, frena el crecimiento del país. Esta política responde al hecho de que la inflación en Turquía lleva años instalada en niveles elevados.
Cuando un banco central no es autónomo, los mercados tienden a desconfiar de las políticas económicas y de la moneda local. Esto se debe a que los gobiernos suelen preferir políticas expansionistas y cortoplacistas para combatir el paro, promover el crecimiento económico o financiar megaproyectos, en este caso por ejemplo el Canal de Estambul. Esta desconfianza, a su vez, provoca la retirada paulatina de los mercados o la dolarización de depósitos que potencia la inflación.
Hay que recalcar que ahora mismo en prácticamente todas las economías hay previsiones de recalentamiento económico por la vuelta de la producción general después de la pandemia -sumado a los estímulos masivos- pero el caso de la inflación en Turquía es endémico. También hay que destacar otra crisis política por el amago de expulsión de importantes embajadores de los siguientes países -Alemania, Dinamarca, Francia, Finlandia, Países Bajos, Suecia, Noruega, Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos- por las declaraciones sobre el juicio de Osman Kavala.
Esta situación afecta a muchos países pero se destacan los efectos negativos que puede suponer a la economía española. Uno de los principales bancos españoles, el BBVA, posee el 49,85% de Garanti, uno de los bancos privados más importantes de Turquía. De acuerdo con las últimas cuentas presentadas al mercado correspondientes a la primera mitad de 2021, Turquía aportó un beneficio de 384 millones de euros al gigante bancario español, un 15% del total de las ganancias, que alcanzaron los 2.327 millones y supone el 8% de sus activos (60.000 millones de euros), cifras que la colocan como la tercera división del grupo en términos de beneficios, tan solo por detrás de México y España.
Teniendo en cuenta la importancia de esta filial para el BBVA es lógico que incluso el Banco de España advierta de estas operaciones. Una inestabilidad importante puede afectar a los activos del BBVA y aumentar el riesgo de impago que afecte a la credibilidad del banco y a su cotización. Aunque esta inflación afectó a los precios de las acciones del BBVA, no ha sido un choque dramático. Aun así, tanto desde Bank of America como desde Citi, advertían ya en 2020 que la depreciación de la lira es un riesgo para la sostenibilidad de la deuda.
Aunque parece que a corto plazo la situación financiera turca no comprometa al BBVA, sí que hay dinámicas que hay que tener en cuenta a largo plazo. Ha habido en los últimos años una creciente competencia en el ámbito bancario por parte de los bancos públicos, utilizados políticamente por Erdogan para subsanar problemas importantes de la economía local. De acuerdo con las cifras del BBVA actualmente, por volumen de activos, acapara el 8,1% del sector financiero otomano, un porcentaje que contrasta con el 12,1% de 2014 cuando se hizo con el poder de la entidad y pasó a ostentar casi un 50% del capital.
Garanti es actualmente el quinto banco más importante del país, siendo superado en estos últimos años por los estatales Halkbank y Vakifbank. Aun así, el banco conserva el segundo escalafón entre los bancos privados del país solo superado por Turquiye (Isbank). En esta situación, existe debate sobre si deberían desviar y frenar la inversión del país otomano hacia otros mercados o afianzarlo, a pesar de la inestabilidad. A pesar de que el presidente Carlos Torres había negado anteriormente un aumento de la inversión en Garanti, se ha anunciado que BBVA adquirirá el 50,15% restante de su filial, quizás por las presiones del consejero delegado Onur Genç. Justifican la decisión por el crecimiento exponencial poblacional, su relación comercial con Europa y las expectativas de crecimiento a largo plazo del país turco.
Esta decisión es muy relevante ya que aumenta la interdependencia entre el sector financiero español y turco. Si la situación económica turca es insostenible provocaría una crisis importante que puede provocar un efecto cadena en el ámbito bursátil y financiero español desastroso en la fase de recuperación en la que vivimos actualmente.
En los últimos años hemos visto en el ámbito de la seguridad el deseo de Erdogan de elevar a Turquía como gran actor regional tanto en el mediterráneo, con su envío de mercenarios a Libia, en su disputa con Grecia por los yacimientos de gas y consecuente disputa por la Zona de Económica Exclusiva y en el norte de Chipre a favor de los movimientos independentistas; como en uno de los movimientos más costosos y de más relevancia en Oriente Medio que es su injerencia en la guerra siria con movilizaciones constantes y envío de material.
Este deseo lógicamente requiere un sobreesfuerzo político y económico, de ahí se podría suponer el deseo de Erdogan de controlar tanto el banco central como la estructura bancaria nacional. Ahí el BBVA puede encontrarse en una situación incómoda, aunque también se puede considerar esta fase de autoritarismo de Erdogan como algo temporal, habiendo perdido la alcaldía de Estambul a pesar de la repetición de estas elecciones y con la mirada puesta en las elecciones generales de 2023 y su posible adelanto.
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