Ayer, 2 de diciembre, asistimos al pre-estreno de la película ‘Techo y comida’, del director Juan Miguel del Castillo, que es su ópera prima. Es un film que cuenta la historia de Rocío, madre de un hijo de 8 años, que está en el paro, sin cobrar ningún tipo de subsidio, que lleva meses sin pagar el alquiler, y que sobrevive repartiendo folletos o vendiendo objetos en un top manta. Un verdadero drama social, que durante la película te deja una sensación de indignación, pero a la vez, una leve esperanza de seguir adelante en una situación tan dramática.
Una historia que se rueda en Jerez, tierra del director, y como cuenta él mismo, empezó a escribir el guión cuando vio por televisión el desahucio de su vecina. Porque estas situaciones, por desgracia, son una realidad que pasa tanto en Jerez, como en todas las ciudades de España. Es desolador ver los créditos finales, una serie de datos del 2012 sobre este aspecto, con una pregunta al aire “¿a ti quién te rescata?”.
A la película no le hace falta tramos de alto suspense (aunque intuyas que un momento a otro a esa mujer la van a desahuciar), de efectos especiales, o de grandes elementos cinematográficos espectaculares para entretenernos. Al contrario, lo que predomina es el realismo y la sencillez con el que se cuenta la historia. Planos largos, donde deja pasar el tiempo; muchos silencios, tan importantes en este tipo de historias; y una ausencia, prácticamente total, de banda sonora. Esto se refleja muy bien cuando Rocío buscando en el contenedor comida, se acerca un mendigo a cantar flamenco, justificando una función de banda sonora fuera de campo, pero dentro del mundo de ficción. En definitiva, es una película en la que nos podemos sentir muy identificados, y empatizar con la protagonista, gracias al tratamiento realista de la narración.
Pero lo que destaca por encima de todo, son las interpretaciones. Una Natalia de Molina espectacular. Su cuerpo encorvado, sus palabras que apenas pueden salir de la boca, sus gestos cansados… sin duda, un gran trabajo de maquillaje, ya que parece mucho más mayor. También destaca el maravilloso Jaime López, el niño de la película, que interpreta a Adrián. Su naturalidad, su desparpajo ante la cámara, hace que te llegue al alma su personaje. Además de que, la interacción entre Rocío y Adrián, hace que sea tan natural que realmente parezcan madre e hijo. Y no me puedo dejar al personaje de María, la vecina de Rocío, que representa la generosidad y la bondad, en la que deberíamos fijarnos para mejorar la humanidad.
Una gran película, la cual ya ganó dos galardones en el Festival de Málaga, y que seguro contará con algunas nominaciones a los premios Goya, sobre todo, en las candidaturas de mejor actriz para Natalia de Molina y para mejor director novel, Juan Miguel del Castillo. Sin duda, un gran debut del directo jerezano, y una de las películas españolas del año, que a partir del 4 de diciembre, se podrá disfrutar en los cines de España.