CANELITA EN RAMA (1942)
Producción: RAFA FILMS
Dirección: EDUARDO GARCÍA MAROTO
Guion: Antonio Guzmán Merino
Fotografía: Manuel Berenguer
Música: Manuel L. Quiroga
INTÉRPERETES:
JUANITA REINA (Rocío), PASTORA IMPERIO (Gitana), LUIS PEÑA, padre (Don Juan), FERNANDO FRESNO, ANTONIO RIQUELME, JOSÉ MARÍA SEOANE, FÉLIX FERNÁNDEZ, RICARDO ACERO.
Duración: 100 minutos
Blanco y negro
SINOPSIS:
Don Juan, un caballero andaluz que ha recogido en su casa a Rocío, cree que la chica es fruto de sus amores con una gitana. Cuando su hijo legítimo regresa al acabar sus estudios, los jóvenes se enamoran.
COMEDIA MUSICAL
COMENTARIO DE EDUARDO GARCÍA MAROTO. DIRECTOR
Para la película Canelita en rama se había contratado a Pastora Imperio y a Juanita Reina, a Luis Peña (padre), a José María Seoane y a los populares Antonio Riquelme y Fernando Fresno junto con Félix Fernández. No era un mal reparto para un tema tan manido. Hicimos bastantes rectificaciones en el guion, pulimos vulgaridades y creamos nuevas secuencia. En especial cambiamos la escena de la transformación de la gitanilla en señorita. Procuré despojar a los gitanos de la conocida indumentaria tan corriente en las películas folklóricas e hice que vistieran ropas más normales.
La película se fue rodando sin graves problemas. Únicamente tuve que luchar bastante para conseguir lo que quería de Juanita Reina, que no acababa de identificarse con su personaje; pero como tenía una gran voluntad, lograba finalmente superar las dificultades. Su padre, el señor Miguel, le repasaba por las noches el diálogo y se lo hacía aprender de memoria, aunque a la hora de rodar nos obligaba a corregirle las falsas entonaciones aprendidas. Por el contrario, cuando cantaba, lo hacía maravillosamente. La música del maestro Quiroga era muy alegre y acertadísima en las canciones.
El señor Miguel vigilaba celosamente a su hija, hasta el punto de controlar la longitud de sus largos cabellos. Había un pequeño prólogo en el que el marqués tenía recluida a la gitanilla en un lujoso colegio donde, a hurtadillas y por la verja, la niña se veía con los gitanos. Cuando llegó el momento de colocarle un sombrero porque pasaba a ser una verdadera señorita, las trenzas, que le llegaban hasta la cintura, no cabían dentro del sombrero. Cuando le propuse al señor Miguel que se las cortara, se negó rotundamente.
La película constituyó el mayor éxito comercial de mi carrera cinematográfica y se amortizó rápidamente con los ingresos de la región andaluza. Se explotó también en Argentina y México y en otros países de habla hispana con magníficos resultados. Pero, sobre todo, quedó en la región andaluza como programa obligado durante muchos años, en las fiestas de los más remotos pueblos. Para Juanita fue el pasaporte a la fama. En cambio para mí no supuso ningún beneficio apreciable y me enteré del éxito en Sevilla, no por el productor, sino por la familia de mi mujer. (Aventuras y desventuras del cine español de Eduardo G. Maroto)