En la Navidad de 2016 concluyó la Batalla de Alepo de forma favorable para el bando gubernamental. Por primera vez desde 2013, con la infiltración terrorista en el sector oriental de la ciudad, los locales se encontraban a salvo del terrorismo islamista. Esta victoria marcó un verdadero punto de inflexión en el conflicto sirio. La derrota de los rebeldes –en referencia a aquellos que optaron por tomar las armas contra el Estado– vino acompañada en Occidente por un apagón mediático.
Escasos han sido los video-reportajes o publicaciones aparecidos en los principales medios mainstream españoles. Salvando momentos álgidos en las operaciones militares en Deir ez-Zor (2017), Ghouta Oriental (2018), Qalamoun Oriental (2018), Damasco Sur (2018) y Daraa-Quneitra-Suwayda (2018-actualidad), podemos observar una más que evidente carestía de información que justifica el presente análisis.
Noroeste de Siria
En clave interna, actualmente encontramos un conflicto totalmente congelado. Son comunes las escaramuzas en zonas de contacto entre bandos a modo de testeo de las defensas enemigas. Este último mes se ha intensificado la llegada de información que apunta a una inminente «reactivación» de los frentes más relevantes en el momento: El Gran Idlib (Idlib central, Jabal Zawiya y resquicios de la gobernación de Alepo en su zona occidental), zona dominada política y militarmente por Hay’at Tahrir al-Sham (HTS), antigua filial del grupo terrorista al-Qaeda en Siria. Por último, los puestos de observación turcos son un inconveniente para la implementación de un operativo militar.
También hay que hacer mención a la franja de Tell Rifaat, un estrecho corredor de orografía sinuosa situado al norte de la ciudad de Alepo y que alberga una situación excepcional con presencia mixta del Ejército Árabe Sirio (SAA), las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) y la Policía Militar rusa. Se trata de un enclave con alto valor estratégico para el grupo pro-turco denominado Ejército Nacional Sirio (SNA) por su cercanía a la urbe y posible desbaratamiento de ataques aislados, actos de sabotaje y acciones terroristas protagonizadas por organizaciones ligadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Desde marzo de 2019, ha sido inviable la puesta en marcha de una gran ofensiva por parte del gobierno sirio hacia el Gran Idlib. Hay varios motivos: Complejas relaciones entre potencias (Rusia y Turquía) relegaba Siria a un segundo plano en pro del tablero militar libio y un África Central que comenzaba a sumirse en la inestabilidad. La inesperada irrupción de la COVID-19, procesos electorales o incluso los incendios del pasado verano en el Mediterráneo que afectaron gravemente a Turquía, habrían dificultado una solución militar en Idlib.
No obstante, la reunión acogida por Moscú el pasado lunes 13 de septiembre podría haber cambiado las tornas. Según informó la Presidencia rusa, Bashar al-Assad, Vladimir Putin, el Ministro de Exteriores sirio Faisal al-Miqdad y el Ministro de Defensa ruso Serguéi Shoigú trataron espinosos asuntos como el compromiso a la continuación de las negociaciones con la oposición no armada, el devenir de las zonas bajo ocupación militar extranjera (Idlib, Noreste y al-Tanf) o la cooperación en materia de defensa. Desde entonces es notable la escalada militar por parte del bando (pro)gubernamental: misiones de reconocimiento, bombardeos en el frente y el reenvío de militares al frente.
Por parte de los insurgentes, asistimos en septiembre a la formación de un nuevo intento de recuperar las viejas glorias alcanzadas en las fases iniciales del conflicto aunando diferentes facciones pro-turcas pertenecientes a la fallida Sala de operaciones conjuntas, ‘al Azm’. Esta agrupación respondería probablemente a sugerencias de la Inteligencia militar turca para acabar o limitar las continuas guerras internas y la inestabilidad de los cantones tomados en la Operación Escudo del Éufrates (2017). Este nuevo órgano aglutina diversos grupos armados y será conocido de ahora en adelante como ‘Faylaq al-Thalith’ o 3er Cuerpo del Ejército Nacional Sirio.
Ocasionalmente han llevado a cabo pequeñas operaciones de corte propagandístico en áreas como la llanura de al-Ghab (Hama), la Montaña de los Turcomanos (Latakia), ataques hit & run incluso intentos de secuestro a soldados sirios.
La filial del grupo terrorista al-Qaeda en Siria se ha visto gravemente comprometida en los últimos meses por las constantes violaciones de DDHH a las que son sometidos los presos bajo su custodia. Su líder, Sheikh Abu Mohammad al-Golani, concedería meses atrás una entrevista para la filial turca del prestigioso medio The Independent defendiéndose de tales acusaciones.
Los planes de la organización yihadista pasan actualmente por desmantelar a organizaciones armadas rivales y las células del Dáesh.
Nadie sabe cuándo comenzará la ofensiva en Idlib. Aun así, se espera que sea limitada y se centre en la recuperación de la autopista M5 –principal red de comunicación siria. Su control protegería el lado occidental de la ciudad de Alepo, facilitaría enormemente el tránsito de mercancías y tropas entre Damasco y Alepo y sería la puerta de entrada para tomar la ciudad de Idlib.
Sur de Siria:
Tras la ‘Operación Basalto’ de verano de 2018, las fuerzas rebeldes y la filial local del grupo terrorista Estado Islámico, Khalid ibn al-Walid (JKBW) pierden sus posiciones en el sur de Siria. Muchos de estos grupos aceptarán los procesos de reconciliación nacional y serán trasladados a Idlib o al-Bab, mantendrán cierta autonomía o se integrarán en el aparato estatal bajo supervisión militar rusa. A grandes rasgos se podría decir que se trató de una victoria contundente para el gobierno sirio, pero la realidad es que no sucedió tal y como cabría esperar.
Dejando de lado el drama humanitario que supone cualquier operativo y los sangrientos ataques terroristas del Estado Islámico en Suwayda producidos el mes de julio, numerosos elementos de los grupos armados faltaron a su palabra y retomaron la lucha armada. Los ataques contra las fuerzas gubernamentales se convirtieron en constantes. Hace unos meses la situación se hizo totalmente insostenible cuando las fuerzas rebeldes se hicieron con una veintena de localidades, así como con el control de Daraa al-Balad (barrio sur de la ciudad de Daraa).
Tras más de dos meses, los comités locales deciden poner fin a la situación. Actualmente únicamente 4 pequeños pueblos en los límites orientales de la gobernación de Daraa se encuentran fuera del control del Ejército sirio.
Conclusiones:
La vuelta a la completa normalidad en Siria está todavía lejana. Desgraciadamente, la vía militar parece imponerse sobre la vía política en el norte del territorio. Ahora bien, como sucede en cualquier conflicto, las armas también deben dar paso a las negociaciones políticas.
Esta situación también se traslada a las dos zonas bajo ocupación militar estadounidense: la bolsa de al-Tanf y la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES). El control de estas regiones no es tarea fácil. Entran en juego condicionantes internos pero también la normalización diplomática de Siria de cara al exterior como antesala al fin del plano militar del conflicto.
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