La velada de ayer fue inolvidable: Quilapayún, el conjunto chileno que lleva 51 años de historia a sus espaldas, tocaba en “Noches del Botánico” como parte de su gira por España motivo del 50° aniversario.
Lo primero que se podía divisar al llegar al Real Jardín Botánico Alfonso XIII era una generación luchadora de los 50 y 60, haciendo cola para ver a ese grupo que con sus letras los llenó de esperanza cuando todo parecía perdido.
Entre ritmos andinos y caribeños, esperamos el comienzo del concierto. A las 22h, muy puntuales, aparecieron ellos, con sus largos y negros ponchos, sus barbas y sus voces graves. No se les pasó recordar al héroe nacional chileno y amigo suyo, Víctor Jara: dos días antes, un tribunal estadounidense condenaba al culpable de su tortura y asesinato.
Empezaron con Cantata a Santa María de Iquique, una pieza de menos de 40 minutos que trata los sucesos de la Matanza de la Escuela de Santa María, donde fueron asesinados más de mil obreros que trabajaban en el sector del salitre. Después de un breve descanso, volvieron a la carga con canciones más alegres como “El tío caimán” o “Juana la Cubana“, para luego homenajear a Víctor Jara y tocar las míticas “Manifiesto” y “Plegaria a un labrador“, recitar algunos versos de Pablo Neruda e incluso mencionar la LOMCE del ex-ministro de educación José Ignacio Wert. Como era de esperar, no faltaron “La Muralla“, ni los puños levantados y alguna lágrima al entonar “El pueblo unido“.
Las cuerdas de sus guitarras y charangos y el viento de sus quenas y zampoñas nos descubrieron sensibilidades nunca antes conocidas. Sonaron melodías que te transportan a los andes, despiertan nostalgias y que recogen el espíritu común de los desposeídos del mundo.
Sin renunciar a su mensaje político, son todo un símbolo de la lucha de la clase trabajadora; todo un icono del folcklore, representantes de la Nueva Canción Chilena.
Y es que lo de menos fue la edad de los allí presentes, la vigencia de sus ideas trasciende generaciones porque nunca es demasiado pronto, ni demasiado tarde para los anhelos de justicia social. Eso representa Quilapayún, una lucha histórica.