Olvida las frenéticas persecuciones de coches, las batallas interestelares que solo se decidirán en el último segundo gracias a la intervención de un rubio jovencito de Arkansas educado en los sacrosantos principios de la Constitución norteamericana, deja las máquinas tragaperras vomitando ríos de dólares en una noche de juerga en la ciudad del pecado, niégate a ver por enésima vez el rescate suicida de un grupo de honrados ciudadanos retenidos por las fuerzas del mal en un país tercermundista llevado a cabo por superhombres yanquis. Abandona por un instante los fuegos de artificio en HD, el sonido envolvente, la butaca-tumbona y las palomitas, renuncia, en definitiva, al infantil espectáculo que nos proponen una y otra semana las “Major” USA en su empeño por infantilizar-globalizar a los colonos del Tío Sam y acompáñanos hacia épocas pasadas del cine. Hagamos juntos un “flashback” para descubrir o redescubrir un pasado glorioso en el que el cine era un Arte con mayúsculas. Presta atención, aunque sea en blanco y negro, a los grandes arquitectos del cine, a los geniales comediantes de antaño, a los vanguardistas expresionistas o surrealistas de los años 20, a los teóricos rusos del montaje, a los creadores del documental desde Flaherty hasta la Escuela de Grierson, a los artífices del realismo poético, del cine negro, del neorrealismo italiano, del free cinema y la nouvelle vague. A los grandes autores del pasado: Murnau, Lang, Stroheim, Vidor, Dreyer, Wilder, Welles, Laugthon, Fellini, Visconti, Buñuel, Bergman, Bertolucci, Pasolini, Clouzot, Renoir… a todos aquellos que nos enseñaron que el cine era arte y compromiso y no una apisonadora destinada a amasar enormes fortunas a costa de nuestra ya precaria salud mental. Te proponemos un viaje maravilloso en busca del cine perdido, del cine como obra de arte, del cine hecho por artistas y artesanos para gozo y deleite de seres humanos dotados de sentimiento y razón. Ven. Descubre, recuerda, revive con nosotros las “películas que conmovieron al mundo.”
EL ACORAZADO POTEMKIN de S.M. Eisenstein
(BRONENOSEZ POTEMKIN) 1925
En marzo de 1925 el Comité Central del Partido Comunista Bolchevique decidió destinar tres millones de rublos a la producción de ocho películas dedicadas a exaltar el vigésimo aniversario de la gran tentativa revolucionaria de 1905 en la Unión Soviética, cuando las masas populares ensayaron el definitivo asalto al poder en 1917.
Una de estas ocho películas, que deberían estrenarse el 21 de diciembre de ese mismo año (1925), fue encargada a un director cuyo enorme talento ya se había puesto de relieve con un filme anterior, LA HUELGA dirigido en 1924, un joven de 27 años hijo de un arquitecto alemán de origen judío que había estudiado Ingeniería y Arquitectura, además de dibujo y decoración y que empezó a interesarse por el cine después de la revolución de 1917 en la que participó activamente. Su nombre SERGEI MIJAILOVICH EISENSTEIN autor de una película que durante muchos años estuvo considerada como la mejor película de todos los tiempos.
La película tiene su origen en un extensísimo guion escrito por Eisenstein en colaboración con la escritora Nina Agadzhanova-Chutko y pretendía enlazar una serie de acontecimientos que empezaban con la huelga de los obreros de las instalaciones petrolíferas de Bakú y seguían con las manifestaciones tumultuarias ante el Palacio de Invierno para acabar con el “domingo negro” y con el sangriento motín a bordo del acorazado “Príncipe Potemkin”, concluyendo con la huelga de Odessa en junio siguiente. La empresa era tan desmesurada que Eisenstein propuso limitarse a rodar el tema del Potemkin y de la huelga de Odessa.
Aceptado su proyecto se trasladó al Mar negro e inició un rodaje que duraría algo más de dos meses trabajando con luz natural en jornadas que a veces llegaban a las doce horas y bajo un terrible calor. Para el rodaje no se construyeron decorados y la acción fue reconstituida en exteriores de Odessa y Sebastopol y en la cubierta del acorazado “Los doce apóstoles” gemelo del desguazado Potemkin. Para la famosa secuencia de la escalinata de Odessa, considerada durante muchos años como la más perfecta de la historia del cine se tendió un cable por el que se deslizaba una cámara mientras otras, funcionando a la vez, seguían la acción desde distintos emplazamientos. También llegó a emplearse un pequeño tomavistas portátil que uno de sus ayudantes, antiguo artista de circo, llevaba sujeto a la cintura.
Eisenstein quiso limitarse a una simple línea narrativa y, por tanto, no se ocupó para nada de otros tres barcos de la escuadra –un crucero, un torpedero y un contratorpedero- que también se sumaron a la rebelión.
El episodio de la escalinata de Odessa es pura invención de Eisenstein, pero en él concentró aspectos históricos de la represión que tuvo lugar en diversos puntos de la ciudad. Tampoco es auténtico el detalle de cubrir con una lona a los marineros sublevados, pero de esta manera, el director redondeaba una situación dramática impresionante.
Sí es rigurosamente cierto que el capitán del Potemkin obligó a los marineros a comer alimentos putrefactos y, por supuesto, la terrible represión subsiguiente en nombre del zar contra la población civil.
El argumento del Potemkin consta de cinco grandes bloques:
1.- “Hombres y gusanos”
2.- “El drama sobre cubierta”
3.- “La sangre pide venganza”
4.- “La escalinata de Odessa”
5.- “El paso a través de la escuadra”
S.M. Eisenstein utilizó sus teorías del Montaje de Atracciones que ya había ensayado en “La Huelga”. Mientras en el montaje narrativo utilizado por Pudovkin y Griffith, la secuencia está consituída por una serie de planos cuya suma proporciona la comprensión final de la misma, en el “montaje de atracciones” Eisenstein utiliza el concepto de “choque de imágenes”, la oposición y enfrentamiento entre dos planos con objeto de despertar una emoción en el espectador. En el montaje de Pudovkin hay, pues, una suma de planos. En el de Eisenstein, basado en los ideogramas japoneses, hay un “choque” de planos para despertar una emoción.
La secuencia más famosa de la película es la de la escalinata de Odessa en la que las fuerzas zaristas cargan contra la multitud. Un verdadero prodigio en cuanto a meticulosidad, minuciosidad e inspiración que en 170 planos suponen un extraordinario alarde de imaginación y de eficacia. Eisenstein retarda el tiempo hasta hacer que dure más del doble de lo que hubiera durado en tiempo real. Son casi seis minutos en los que las partes componentes del todo: la madre y su hijo, la madre y el cochecito, los ancianos etc. desempeñan papeles propios y a pesar de la dispersión de la multitud se conserva la sensación de una única y gigantesca corriente.
El impacto de esta película en el mundo fue impresionante. Además de su indiscutible belleza plástica el filme tuvo un enorme impacto político. El ministro de propaganda del III Reich, Joseph Goebels, en un discurso ante 600 representantes del cine alemán citó al Potemkin como uno de los que más le había impresionado y lo proponía como ejemplo de cómo debía orientarse el cine de masas y durante algún tiempo puso todo su empeño -como el propio Hitler- en realizar una obra similar en Alemania, aunque con distinto signo, por supuesto.
Además, “El acorazado Potemkin” fue objeto durante años de manipulaciones, mutilaciones y prohibiciones de todo tipo. Austria, Checoslovaquia y Bélgica la exhibieron sin problemas, pero en Inglaterra solo pudo verse hasta 1924 y fue terminantemente prohibida en el resto del mundo. En España se vio en el Palacio de la Prensa en 1931 y en el cine-club de Ernesto Giménez Caballero, pero después de esta proyección sería prohibida durante muchos años. Incluso en Francia, que conoció una exhibición en 1926, acabaría siendo prohibida hasta 1956, aunque más suerte tuvieron los norteamericanos ya que fue exhibida en Nueva York y Los Angeles y todo el mundo quedó maravillado ante su fuerza y originalidad.
La primera proyección pública tuvo lugar en el Teatro Bolchoi de Moscú el 21 de diciembre de 1925 y tras una minuciosa revisión para afinar el montaje comenzó su carrera comercial en la URSS a mediados de enero de 1926.
Con motivo de su estreno alguien dijo en la URSS:
“Una película de Pudovkin evoca un canto. Un film de Eisenstein parece un grito.”
En 1958, con motivo de la Exposición Universal de Bruselas 117 historiadores del cine de 26 países fueron convocados por la Cinemateca de Bélgica para establecer la lista de las 12 mejores películas de todos los tiempos. De los 117, 100 consideró a “El acorazado Potemkin” como el mejor filme de la historia.
En listas sucesivas la película de Eisenstein ha sido desbancada de este lugar de privilegio e irá bajando a medida que pase el tiempo porque las nuevas generaciones parecen despreciar lo que algunos llaman “arqueología del cine”. Pero muchos seguimos opinando que hay que volver más a menudo al cine del pasado porque en él descubriremos, más veces de lo que pensamos, ideas, sensaciones o técnicas que erróneamente atribuimos a películas posteriores.
Puedes ver la película completa aquí: