de Jean Renoir
(1926)
“Un director hace una sola película en su vida. La rompe en pedazos y la vuelve a hacer”
Tercera película del realizador francés JEAN RENOIR, “Naná” se basa en la novela del mismo título de Emile Zola, que ocupa el noveno lugar de la serie de los “Rougon- Macquart”, en la que su autor parece adoptar la tesis de que la hija de una pareja envilecida por el vicio no podrá, a su vez, liberarse del envilecimiento. Naná, descendiente de Gervaise y Coupeau (“La taberna”) huye de casa, harta de los escándalos y las borracheras protagonizadas por sus padres, para dedicarse a la prostitución. Zola presenta a Naná trabajando en la escena, donde triunfa a pesar de sus escasas cualidades artísticas, gracias a su agresiva belleza física, mientras toda una legión de hombres pierden por ella honor y fortuna: desde el banquero Steiner hasta el conde Muffat, chambelán del emperador Napoleón III. En resumen, Naná es el producto de una sociedad corrompida y solo siente verdadero cariño por su hijo Luis. De todas sus relaciones, la más compleja y duradera será con Muffat, a quien Naná gusta de humillar en público siempre que se presenta la ocasión. Convertida en una gran dama protegida por el tímido e indeciso Muffat, Naná seguirá provocando repetidos escándalos entre la concurrencia aristocrática que la visita.
Con Catherine Hessling, en el personaje de Naná, además de Jean Angelo, Werner Krauss, Raymond Guérin-Catelain y Pierre Philippe, entre otros, Jean Renoir llevó a la pantalla la inmortal obra de Zola en 1926, con producción de Films Renoir-Pierre Braunberger y rodaje en los estudios Gaumont de París y Grünewald en Berlín.
Renoir hizo una adaptación del relato de Zola en la que eliminaba muchos personajes y situaciones, pero en la que conservó lo esencial de la trama, realizando una evocación estilizada de la etapa final del Segundo Imperio. Hay que destacar el exquisito cuidado de la ambientación en vestuario y escenografía, algo que se notó en los costes de producción, que alcanzaron la cifra del millón de francos.
La pintura del viejo Renoir y la de Manet están presentes en esta película, en su atmósfera y en sus apuntes delicados de ambientes y sentimientos.
La refinada composición y el exquisito estudio de la psicología femenina, entre la ingenuidad y la malicia del pecado, dio como resultado la primera película importante de uno de los grandes maestros de la historia del cine.
Por otra parte, Renoir, modificó en cierto modo al personaje femenino convirtiéndolo de una mujer vulgar, madre de las vampiresas deshumanizadas, en un ser más delicado, más infantil y menos consciente del mal que sembraba a su alrededor. A ello contribuyó notablemente la interpretación de Catherine Hessling, modelo del gran Pierre-Auguste Renoir, que llegó a convertirse en la esposa de Jean y en una de las actrices favoritas de la primera etapa del director francés (“La fille de l,eau”, “Sur un air de charleston”, “La petite marchande d,allumettes”, “Tire-au-flanc”)
Aquí puedes ver la película: