PELICULAS QUE CONMOVIERON AL MUNDO: FREAKS
(LA PARADA DE LOS MONSTRUOS)
(1932)
de Tod Browning
A Tod Browning le cabe el honor de ser el iniciador de la modernidad en el cine fantástico. Hasta entonces la fantasía cinematográfica reposaba sobre el brumoso patrimonio de los cuentos y leyendas de la Europa central y de Escandinavia, a través del cine expresionista alemán. Y los cineastas más prestigiosos, de Murnau a Dreyer, trabajaban en el ámbito de la metafísica y de lo impalpable.
Browning fue el primero, junto con Fritz Lang, en enraizar estos sueños y pesadillas en lo real. La llegada de Drácula (Bela Lugosi) al corazón de Londres, entre transeúntes y coches, dio a entender que la leyenda ya estaba entre nosotros al aclimatar radicalmente el mito del vampiro al contexto de una metrópoli contemporánea. Pero, más allá de Drácula, la gran hazaña de Browning sigue siendo la inolvidable e irrepetible “Freaks”, realizada en 1932. La audacia y el genio del realizador estuvo en haber impuesto un rodaje sin trucaje, en contra de la opinión del estudio y haber contado con la colaboración de auténticos fenómenos del circo Barnum. “Freaks” jamás hubiera sido lo que es si la hubieran interpretado actores maquillados. La fuerza y la originalidad de la obra de Browning radica en que en ella se entremezclan los temas del melodrama y la fascinación por el mundo del espectáculo, del disfraz, del simulacro.
La proyección de “Freaks” en el Festival de cine de Venecia en 1962 tuvo lugar después de un verano de escalofriantes titulares en la prensa internacional acerca de los desastrosos efectos de un fármaco, la talidomida, utilizado para prevenir las náuseas del embarazo, causante de grandes malformaciones en los recién nacidos. Las imágenes de bebés carentes de extremidades y provistos de aletas convirtieron los diarios sensacionalistas en exhibiciones de monstruos de feria en papel de prensa. No es de extrañar, por tanto, la reacción de los críticos de los 60 a una película realizada treinta años antes (“Humano, demasiado humano”. “Aunque las últimas escenas son lo bastante horribles como para satisfacer los gustos más truculentos la revelación del film es su ternura y humanidad”).
Durante los años 60, cuando las cuestiones de los derechos civiles se trasladaron a las calles, “Freaks” se convirtió en un singular espejo cinematográfico para una década en la que se desafiaban cada vez más las normas y los valores sociales. La fotógrafa Diane Arbus, en parte inspirada por la reposición de “Freaks”, se embarcó en una legendaria carrera destinada a documentar la existencia de fenómenos urbanos, incluidos los monstruos de feria y su obra sirvió de emblema al énfasis de escenas grotescas que proliferaron en los años 60: las superestrellas zombis de Warhol, el “Fellini Satyricon” o “El topo” de Alejandro Jodorowsky. Esta última, junto con “Freaks”, llegaron a convertirse en títulos esenciales de las sesiones de medianoche durante la época de la guerra de Vietnam, en que una contracultura desafecta reivindicó el término “freak” (fenómeno, monstruo de feria, espécimen anormal), como distintivo propio.