En esta ocasión, con motivo de su último trabajo, La línea invisible de Movistar+, el periodista y cineasta Antonio Gregori Fernández entrevista para Furor TV al presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, quien también es director, guionista y productor de cine español; ganador de tres Premios Goya. Mariano nos habla de La línea invisible, una historia sobre los inicios de la lucha armada de ETA y el contexto histórico del momento.
PREGUNTA: Lo primero sobre lo que hay que llamar la atención es sobre la oportunidad de la serie. Todos los interesados en la reciente historia política de España y, especialmente, en los años en que la violencia política desplegó su etapa más sangrienta, echábamos de menos una versión cinematográfica de los hechos. Si bien es cierto que ETA ha sido el tema principal de un buen número de películas, nunca se había abordado el origen de esta organización terrorista. Hace poco ETA abandonó la lucha armada pero, a pesar de ello, hay que tener mucho valor para enfrentarse a unos hechos tan dolorosos como los que abordas en la serie. ¿Crees que aún hoy tu trabajo y el de tu equipo abrirá viejas heridas?
RESPUESTA: Desde el primer momento teníamos claro que nos enfrentábamos a un tema muy complejo, un material muy sensible, un verdadero tabú. Cuando una sociedad prefiere no hablar sobre algo sobre lo que no puede evitar pensar, nos encontramos con un tabú. Algo que condiciona negativamente la vida cotidiana, pero que en cambio es un material excepcional para la ficción. Naturalmente nos preocupaba el nivel de exposición de una historia así. Detodos modos, lo que cuenta “La línea invisible” es anterior a todo lo que vino después. Es el germen, la gestación de toda aquella organización. En ese sentido se plantea un dilema, que es el que viven los personajes de la serie, en el sentido de que tienen que decidir si pasar a la violencia armada o no hacerlo. Es una época anterior a todo lo que vino después. Creo que es importante hablar una y otra vez de nuestra Historia, especialmente de la más reciente, compartir los relatos sobre lo que se vivió, contrastar estos relatos. Una y otra vez repito aquella frase de Freud que decía que “la única forma de olvidar es recordando”. Ese es el propósito de “La línea invisible”. Es uno de los propósitos de la ficción basada en la realidad.
P.- Decíamos antes que ETA ha sido el tema central o tangencial de varias películas españolas, desde las de Imanol Uribe, El proceso de Burgos, La fuga de Segovía, La muerte de Mikel y Días contados, hasta filmes como Operación Ogro de Pontecorvo. Yoyes de Helena Taberna, Comando Txiquia, El pico, El caso Almería, Ander y Yul, La blanca paloma, Días de humo, A ciegas, Sombras en una batalla, La pelota vasca, La piel contra la piedra y un largo etcétera. En el trabajo previo de documentación los creadores de la serie tuvisteis en cuenta algunos de estos títulos?
R.- De una manera o de otra, por supuesto que los tuvimos en cuenta. He visto prácticamente todos los títulos que citas. Muchos de estos títulos están hechos por cineastas brillantes, colegas de quienes tenemos mucho que aprender. En todo caso, “La línea invisible” trata de
una época muy concreta, como te decía, una época que apenas se había tratado en la ficción audiovisual. El origen de todo, cómo empezó aquella historia, quiénes eran los que empezaron y a qué clase de sociedad se enfrentaban.
P.- Además del material audiovisual sobre ETA también han aparecido infinidad de trabajos sobre la organización, tanto ensayos como obras de ficción. ¿Habéis tenido, también, encuenta algunos de ellos de forma especial?
R.- Por supuesto, ha habido un trabajo de documentación muy intenso por parte de Abel García Roure primero, y de los guionistas, Alejandro y Michel, después. No solo en los libros y en la ficción ya existente, también en encuentros personales con gente que vivió los hechos, que
estuvo muy cerca de los personajes en los que está inspirada nuestra serie.
P.- Seguramente los testimonios de las personas involucradas en los hechos, de uno u otro bando, también habrán servido de material de base para vuestros guiones. ¿Es así?
R.- Es justo lo que te decía. Te sorprendería ver la evolución que han seguido muchas de aquellas personas. Hay quien cree que todos permanecieron en el lugar que empezaron, pero lo más habitual es que la gente ha evolucionado. Y no solo personalmente, sino también ideológicamente. Muchos de los compañeros de aquellos chicos que iniciaron ETA hoy están en las antípodas ideológicas. Te sorprendería, si es que no lo sabes ya. Y con las evoluciones personales ocurre lo mismo, las hay de todos los colores. Desde quien reniega por completo de aquellos hechos, hasta quien ha sido capaz de verse reflejado en la serie, y también quien sigue justificando lo que pasó. A veces se trata de cuestiones de supervivencia personal, otras de incapacidad para mirarse. No es fácil. Mucha gente nos ha ayudado compartiendo su pasado. Otros se han negado, o no se han atrevido, o sencillamente han preferido no hacerlo.
P.- La línea invisible alude a una situación, en la que se cruza una línea, la que separa el discurso político de la violencia y ese momento tuvo lugar el 7 de junio de 1968 cuando el líder de ETA Txabi Etxebarrieta asesina a un guardia civil de tráfico gallego, José Antonio Pardines, en un control de carretera, convirtiéndose en la primera de las 853 víctimas de ETA. Poco después el propio Etxebarrieta es abatido por la Guardia Civil convirtiéndose así en el primero en matar y en el primero en morir. Ya antes había expresado ante sus compañeros su postura: había que aceptar el recurso a matar y la posibilidad de morir. Me recuerda algunas de las grandes tragedias del siglo XX, desde el atentado de Gavrilo Princip que dio origen a la I Guerra Mundial, hasta las muertes del teniente Castillo y de Calvo Sotelo que dieron origen a la Guerra Civil Española. ¿Puede entenderse también la serie como un repudio hacia toda forma de violencia? ¿Crees que la violencia siempre engendra más violencia?
R.- Nuestro posicionamiento no es político, es emocional, o más concretamente dramático. Lo que ha vivido la sociedad vasca es, a mi modo de ver, una tragedia, en el sentido más clásico del término: personajes que buscan hacer lo correcto en una situación en la que lo correcto no se puede hacer, porque es imposible. Mientras rodaba y antes, mientras preparaba la serie, pensaba en la frase de Gandhi, cuando decía que “por una causa uno puede estar dispuesto a morir, pero nunca a matar”. Creo profundamente en eso. Devolver con la misma moneda solo engendra violencia, y la violencia irremediablemente escapa de todo control. Naturalmente eso lo digo ahora, en el año 2020. Pero es cuando está hecha la serie. Y te aseguro que tengo en cuenta las evoluciones de muchas de las personas que vivieron aquella época.
P.- En cuanto a la serie en sí hay quién dice que se trata de blanquear a ETA, de humanizar a los personajes, tanto de uno como de otro bando. Lo que sí es cierto es que los creadores de La línea invisible abandonáis el discurso político explícito para ocuparos de las personas, para reflejar su cotidianeidad y, al mismo tiempo, sus contradicciones. Melitón Manzanas era un torturador, pero ello ‘no le impedía ser un buen padre’. Y, además, ejercía de vasco. Hablaba euskera, llevaba txapela, etc. Por su parte el perfil de Etxebarrieta era bien distinto. No hablaba euskera, estudiaba Económicas –una carrera de moda en aquellos años– y escribía poesía, algo muy alejado en principio de alguien que está dispuesto a empuñar un arma para matar a un semejante. Creo que lo has dicho claramente en alguna ocasión: “No se puede empatizar con alguien dispuesto a matar”. Algunos de nosotros, de mayor edad, hemos crecido, como espectadores, viendo películas maniqueas, de buenos y malos, tanto en el cine nacional como en el cine norteamericano, en el western o en las películas de la guerra fría. Afortunadamente las cosas ya no se ven así. Tu serie deja claro que no existen los personajes unidimensionales. ¿Ha sido éste el propósito principal?
R.- No existen los personajes unidimensionales, ni en la vida, ni en la ficción audiovisual. Hemos visto tanto cine, tantas películas, que no nos creemos a ningún personaje que no sea poliédrico. Ni siquiera en los dibujos animados, los niños ya no se creen a personajes que no sean complejos. Los personajes más interesantes en la ficción son aquellos que tienen distintos niveles, distintas capas: un personaje puede ser entrañable a nivel personal y acto seguido disparar contra otra persona, o un torturador implacable, incluso un psicópata. Todo lo que no sea presentar personajes con distintas capas, muchas veces contradictorias entre sí, es faltar al respeto al espectador. Ni al público infantil se le puede engañar así.
P.- Un sector de la iglesia vasca desempeñó un importante papel de apoyo a ETA, pero, al final, no se profundiza del todo. Yo vi a los encausados del proceso de Burgos, todos ellos esposados y con síntomas evidentes de haber sido torturados. Se ha dicho, entre otras cosas que la iglesia vasca hizo pervivir el euskera y en el proceso de Burgos había dos sacerdotes, Julen Calzada, coadjutor de la parroquia de Yureta y Jon Etxabe, párroco de la ermita de Azitain en Eibar, que llegó a abandonar su cargo y se convirtió en liberado de ETA. Pero en la serie Ramón Barea interpreta al padre Goizueta, que cedió la Casa de Ejercicios de la compañía de Jesús de Guetaria para la celebración de la V Asamblea de ETA, donde se decidió al paso a la lucha armada. En definitiva, ¿cuál fue el papel de la iglesia vasca en el conflicto?
R.- No es ningún secreto que la iglesia vasca estuvo íntimamente relacionada con aquél movimiento que dió origen a lo que más tarde fue ETA. En aquellos tiempos las torturas eran implacables y eran terribles. La dictadura franquista era implacable, era salvaje, hubo cientos de miles de muertos y de exiliados, represaliados. Eso está fuera de toda duda y prácticamente aceptado por todo el mundo, menos por los más negacionistas, que también los hay -aunque no nos engañemos, hay negacionistas en todas partes-. Muy probablemente los encausados en el Proceso de Burgos habían sido torturados. Muchas personas lo fueron en aquella época. Pero en ningún momento hemos querido retratar una imagen fiel o literal de las torturas. No se trata de sacar 10 o 20 escenas de torturas, y pensar que por ello Pardines merecía más la muerte, o la propia madre de Txabi el dolor que sufrió, o la novia de Pardines, etc. No se trata, como dicen algunos, de que los actores que hacen de etarras sean demasiado guapos, o que sean más o menos rudos, o más “oscuros”, o menos. Las escenas violentas en extremo son insoportables para el espectador. Al menos esa es mi visión para esta serie. Ya en “el día de mañana”, mi anterior serie, había muchas escenas de torturas de la policía social, y eran insoportables. No hay que mostrar todo el rato la sangre. Me parece más interesante mostrar la impunidad con que el personaje de Melitón Manzanas le rompe los dedos a un muchacho que está indefenso en la cama de un hospital. Me parece terrible y, aún más interesante, porque me resulta inquietante y me deja indefenso como espectador.
P.- Vayamos con el casting. La juventud de los miembros fundadores de ETA te permite utilizar en la serie a algunos de los más prometedores talentos jóvenes de nuestro cine, algunos de ellos conocidos a través de sus trabajos en cine y TV. Entre ellos hay que destacar a Enric Auquer (Premio Goya al mejor Actor Revelación), Anna Castillo (“El Olivo”). Asier Etxeandía (Velvet), Patrick Criado (Aguila Roja)….Por otra parte hay actores veteranos como el propio Barea y, por supuesto, Antonio de la Torre que vuelve a hacer una excelente interpretación de Melitón Manzanas. Todos cumplen bien su cometido, pero se ha hecho alguna crítica – que no compartimos- sobre el actor que interpreta a Txabi Etxebarrieta. Al parecer no le ven con suficiente carisma, al ser un joven enfermizo, adicto a la droga.
R.- Cada persona haría una película distinta, un guión distinto, un reparto distinto… Lo importante es hacerla, y que la gente la pueda ver. Alex Monner es uno de los mejores actores de su generación, no me cabe la menor duda. Es brillante. Un actor excepcional. Además conoce la idiosincrasia vasca como el que más, su madre es de Azpeitia y él ha pasado parte de su vida allí, en un entorno vasco, euskaldun. Por otro lado, nuestra historia va más allá de los hechos reales. No es mi función hacer un escrutinio de los acentos ni de lo que cada espectador opine sobre un actor u otro. Salvando las distancias, y con todos los respetos a los grandes maestros, nadie puede valorar el acento polaco o alemán de los personajes de “la lista de Schindler”, de “Casablanca” o de “el pianista”, por citar tres grandes títulos en los que los personajes hablan inglés con acento de California, mientras representan a personajes alemanes, polacos, etc. El cine, o la ficción audiovisual, es eso precisamente, ficción, es una convención, no está hecha solo para la gente de Bilbao o de un barrio de Bilbao. Incluso el acento en Gipuzkoa es diferente del de Vizcaya. El nombre de Txabi se pronuncia de una manera en Vizcaya y de otra diferente en Guipuzcoa. La palabra “ama” se acentúa en una sílaba en unas comarcas y en otra sílaba en otras. Sería imposible hacer cine si tuviéramos que ceñirnos a la exactitud de todos los detalles. Recreamos unos hechos en base a una convención. Hay respeto extraordinario a la documentación que tenemos, eso sí. Te lo garantizo. Otra cosa es que las versiones de unos no les gusten a otros, y viceversa. Pero esto ocurre siempre que muestras algo basado en hechos reales.
«Son tiempos de emergencia extrema, que requieren actitudes de emergencia extrema»
P.- Hablar de una continuidad de la serie no parece muy real en estos momentos. En primer lugar porque la serie se cierra de forma correcta en la primera temporada, si pensamos en que su propósito era el de centrarse en el origen de ETA. Y en segundo lugar porque estamos atravesando una situación muy especial con la crisis ocasionada por el Covid 19. ¿Qué piensas de la actual situación y del cine español a corto plazo, especialmente por lo que afecta a los rodajes?
R.- La línea invisible es lo que es y termina como termina, no hay continuación posible, ni se contempla una segunda temporada. El asunto del COVID-19 es otra historia, daría mucho para hablar. La situación ahora mismo y a corto plazo es de parálisis absoluta, parálisis del cien por cien. Es algo terrible, pero evidentemente menos terrible que la realidad que está viviendo la gente enferma, o los familiares de los fallecidos, los sanitarios que están en primera línea literalmente, etc. Son tiempos muy extremos. Tiempos de emergencia extrema, que requieren actitudes de emergencia extrema. Es difícil encontrar el camino. Espero que día a día lo iremos encontrando. Hay un componente colectivo pero también hay una responsabilidad individual ahora mismo. Tenemos que encontrar ambas. Hollywood ya ha aceptado que las películas no estrenadas en salas a causa de la crisis actual, puedan aspirar a figurar como candidatas a los Oscar. ¿Qué sucederá con los Goya? Justamente nos encontramos en plena discusión sobre ese tema dentro de la Academia. En breve tomaremos una decisión en ese sentido.
Antonio Gregori. 1 de mayo de 2020.