ENTREVISTA CON MIGUEL DELIBES. (17 de octubre de 1920- 12 de marzo de 2010)
Esmeralda Marugán
¿Desde cuándo se recuerda escribiendo?
Yo soy un hombre de vocación tardía. No empecé a escribir literatura hasta los 25 años. Hasta entonces me acercaba al papel para hacer caricaturas, no letras. Pero mi mujer influyó mucho en mí. Me hizo leer y fui cogiendo el amor a las palabras, al fondo y a la forma de las historias. Y así me hice narrador.
Su primer libro, “La sombra del ciprés es alargada”, ¿lo escribió para concursar al Premio Nadal?
Así fue. Lo empecé con gran torpeza.
Esa facilidad para pintar, para hacer la caricatura o para trazar líneas, ¿la ha acoplado a la palabra para enseñarnos las cosas que pasan? Leyéndole a usted da la impresión de que estamos viendo la fotografía de lo que está diciendo.
En realidad se trata de la misma cosa. Lo que se necesita es una sensibilidad artística, ya sea para ser músico, escultor o escritor. Ocurre que luego hay alguna circunstancia trivial que te hace despertar en una de ellas, de manera que para mí el arte es uno y la dedicación a una determinada rama depende casi siempre de las circunstancias.
¿Se escribe mejor del recuerdo o de los sueños?
Hay quien escribe con el recuerdo y hay quien lo hace con los sueños. Generalmente hay un hombre poco imaginativo que escribe con lo que sueña y un hombre nostálgico que lo hace con lo que ha vivido. Yo, de ordinario, lo he hecho con todo: con los recuerdos, con lo que invento, con lo que oigo…de manera que me vale tanto la realidad del momento como el pasado.
¿Usted sueña?
Yo sueño, pero, generalmente, no cosas agradables. Siempre recuerdo haber soñado desde chico y ya las pesadillas dominaban sobre los sueños gratos
Usted, como periodista, ¿se sigue haciendo preguntas a sí mismo?
El hombre, a sí mismo, no se hace preguntas. Lo que busca en los libros son respuestas a las preguntas que le formula la vida, pero ordinariamente no las encuentra.
¿Cree usted que en nuestro país falta memoria?
Creo que en España nos falta y nos sobra memoria. Cuando se desatan las viejas memorias y los recuerdos, aparecen las pesadillas y debemos intentar que esa memoria no nos aprisione. Yo diría que España tiene memoria en forma de rencor
¿Cree usted en Dios?
Yo quiero tener una fe absoluta. Quiero creer que existe algo superior a la mediocridad humana, a la diaria injusticia.
¿Hace falta morir para entrar en el cielo?
Lo que hace falta es morir para saber con absoluta certeza si esto se ha acabado o si sigue. Me parece aberrante que el más fuerte domine el mundo.
De los infiernos terrenales, ¿cómo ha escapado?
Tengo mil medios de evasión de los infiernos terrenales. Uno de ellos, es la lectura. Otros han sido el cine, la naturaleza, la pesca, la caza, el tenis, la bicicleta….he tenido infinitas maneras de huir de estos infiernos, pero, a veces, han sido tan absorbentes que no han sido suficientes para escapar
¿Qué tiene usted mejor, el antes, el durante o el después?
No soy un hombre muy ilusionado con las cosas de la vida, aunque luego las cosas de la vida no me hayan salido mal. (me refiero, ahora, a las literarias). Aunque, de todas formas, yo siempre he quedado insatisfecho de las cosas que he escrito. Cuando acabo un libro me parece que es corto o que no he tenido el talento para hacerlo mejor Me ha pasado siempre es decir quedo insatisfecho de mis propias obras.
De lo que pasa en la vida, ¿de qué no pasa?
Me preocupan todas las cosas cotidianas.
¿El sexto mandamiento lo suprimiría o lo reforzaría?
Yo no suprimo nada. No tengo autoridad para suprimir mandamientos.
¿Qué pecado no perdona?
Tampoco tengo la solvencia ni el poder para poder perdonar o dispensar pecados. Ahora, yo encuentro un pecado nefasto, el rencor, la maledicencia, todo aquello que haga más daño a nuestro prójimo. Para mí son más disculpables los pecados del sexto que el de “No matar” por ejemplo. En este orden de cosas van mis preferencias.
¿De qué se confiesa?
¡De tantas cosas…! Una vez me preguntaron por mi vicio oculto. Y no había pensado nunca en él. Pero, entonces, me puse a pensar y me di cuenta, (incluso escribí un artículo) sobre mi vicio oculto, que no había manifestado nunca, que era el de ser un apasionado jugador de póker. Yo pasé los dos primeros años de nuestra guerra civil jugando al póker con una pandilla de amigos de mi misma edad, 14 ó 15 años. Ahora la cosa ya ha pasado. El juego de cartas en general no me gustaba, pero el póker, sí. Es la posibilidad de ganar mucho con nada: una aventura muy atractiva para adolescentes.
El mundo del Derecho sabe, como pocos, los torcidos caminos de la vida. ¿Nunca ejerció como abogado?
No, nunca ejercí como abogado. Aprendí muy bien el Derecho Mercantil porque hice oposiciones a la cátedra de Derecho Mercantil. De todas formas pienso que el ejercicio del Derecho es una tarea apasionante, pero nunca me he otorgado a mí mismo la potestad de juzgar. He procurado, incluso, rehuir los jurados literarios. Eso no quita para que Joaquin Garrigues haya sido mi mayor admiración en la vida.
¿Ha sido usted más apasionado escribiendo o viviendo?
He procurado no apasionarme ni escribiendo ni viviendo. Escribir apasionadamente es estropear un poco el libro. Puse demasiada pasión en los dos primeros y son libros malogrados, no conseguidos. Me fui demasiado a la literatura y a la palabra grande y a mí lo que me va es la palabra pequeña, escueta, confidencial. Ese es mi estilo literario. De manera que sí fui apasionado, pero en unos momentos en los que la novela me parecía que lo exigía. Con el tiempo me di cuenta de que no era buena. Total el apasionamiento no era necesario.
¿Es usted duro consigo mismo?
Ahora ya no, pero creo que lo he sido.
¿Es imprescindible, para escribir, leer?
Fundamental. Es rigurosamente imprescindible. Para seguir escribiendo hay que seguir leyendo, lo que, para mí es un placer muy grande. Ese rato confidencial entre el sillón, el libro y yo, sin más artificios, es magnífico. En realidad he leído mucho más de lo que he escrito.
¿Cuáles han sido sus lugares preferidos para escribir?
No ha sido un solo lugar. Como mínimo, dos. Aunque también he escrito, por ejemplo, en Chile, en Norteamérica…Pero mis lugares habituales, en mi despacho, era una mesa de nogal muy primitiva, sin clavos ni puntas, sujeta y armada con cuñas de madera (….) Pero también he escrito muchísimo en el pueblo de Burgos donde veraneaba, Sedano. Ahí escribía en una mesa de ping pong. Y era magnífico porque era una mesa donde iba tirando las cuartillas y, al final, veía la cosecha. Si había sido un día bueno de talento tenía 15 cuartillas. Y si era escaso, 5 ó 6. Y detrás de la mesa, una hermosa vista sobre el valle.
¿Necesitaba disciplina para escribir?
Me convenía tener una cierta disciplina, aunque hay casos como el de Vargas Llosa en que no es así, porque él escribe también cuando viaja. En alguna ocasión, cuando hemos tenido alguna reunión o alguna comida, una o dos horas antes de llegar, él estaba escribiendo en el hotel. Lo ha hecho por todos los hoteles de Europa y siempre me ha sorprendido porque yo nunca he podido hacerlo. He necesitado más aislamiento que el que me deparaba un hotel o una casa ajena.
¿Mejor equivocarse por arriesgado o por comedido?
Creo que por exceso en un caso y en otro. Por lo menos, pasado el tiempo, el arrepentimiento es mayor cuando no he llegado porque no me he atrevido que cuando me he pasado.
La muerte, la naturaleza, la aversión a la guerra, la caza, la infancia, la soledad…son preocupaciones vivas en sus novelas. ¿Tendrían que ver con la vida actual?
Hay que distinguir entre lo que ha sido mi vida y lo que es en la actualidad. A mí me ha estimulado a escribir una noticia de un periódico, el encuentro en el campo de un señor cazando ratas, los carteles de las elecciones que reflejé en “El disputado voto del señor Cayo”…en fin, todo lo que me rodea. Hoy día estoy desconectado de casi todo. Cuando llegas a cierta edad de la vida no se tiene ni el mismo apremio ni la necesidad de descargarte de él
¿Estaría de actualidad el señor Cayo?
Creo que siempre está de actualidad. Lo que ocurre es que los señores Cayo se van muriendo. El campo, los pueblos pequeños, se quedan vacíos. Y ese señor Cayo que vivía en un pueblo pequeño, ya no existe. El señor Cayo de hoy día no tendría ni su talento ni su sabiduría. La televisión, seguro que le habría cambiado echado a perder.
¿Hay algo de cierto en que los personajes de una novela empiezan a decidir por sí mismos, que toman vida propia, a veces en contra de los deseos del propio autor?
A mí eso no me ha pasado. Lo único cierto es que al crear un personaje me desvivo, es decir, dejo de pensar por mí y de actuar por mí y lo hago por medio de él ( mis personajes.) Pero no es que me avasallen sino que me doy a ellos con tanta unción que pierdo parte de mi propia vida en (el) su manejo . Ahora, que los personajes me lleven por donde ellos quieran, eso no.
¿Hay que dejar dormir las ideas?
Las cuartillas sí hay que dejarlas dormir. -a veces las he dejado dormir tanto que han estado 9 años dormidas. Me ocurrió con “El príncipe destronado”y volver a leerlas como si fueran extrañas a uno mismo y entonces decidir: “Esto vale, esto, no”.
¿A la soledad cómo le ha dado la cara?
La soledad forzosa me parece terrible. Ingrata y negativa. Siempre me han dado mucha pena las personas que no tenían la posibilidad de huir de la soledad. Pero yo vivo en un piso al lado del de mi hija, que tiene a su vez cuatro hijos y un marido. Y yo estoy con ellos. Eso sí, cuando lo he necesitado me he aislado. Estar aislado y solo por voluntad propia es, en cambio, algo magnífico.
¿Cuál es su último coto?
Lo dije en mi libro, pero después de él seguí cazando, aunque no había apenas perdices.
¿Sus nietos se le parecen?
Bueno, hay aspectos en que sí son muy míos. Pero hay otros en que no se parecen en absoluto. De manera que se ve que los afortunados cruces entre maridos y mujeres, se notan. Pero sí les hay que les gusta la caza, la naturaleza, el campo. De manera que tienen esas cualidades que me recuerdan a mí, si es que eso es una cualidad.
¿El mestizaje siempre es una riqueza?
Creo que sí. La miscelánea, el no ser todos iguales es una gran ventaja de la civilización y de la comunicación.
¿Qué le queda del niño juguetón que fue?
El recuerdo.
¿Y del triste?
El recuerdo
¿Qué es “hacerse mayor”?
Ir viviendo la vida, abreviarla día a día
¿A la antesala de la muerte usted le ha dado vida en “La hoja roja”? ¿Cree en la resurrección?
Sí.
¿Sólo tienen que resucitar los muertos?
No me enrede usted. Los vivos no pueden resucitar
En el año 36 estalló la guerra civil en España. Usted tenía 15 años, la edad bonita, que se dice. ¿Pudo serlo con una guerra?
Ni mi edad ni los de mi generación tuvimos la culpa. Los 15 años son siempre bonitos.
¿Hay también ahora “buenos” y “malos”?
En este país siempre
¿Y siempre ganan los buenos?
Casi nunca.
¿Sigue habiendo expresiones prohibidas?
Las ofensivas.
¿Qué se prohíbe a sí mismo?
Tengo una moral.
Lo de “Prohibido prohibir”, ¿qué le sugiere?
Ingenio.
¿Qué sugiere contra la violencia?
La inmediata salida es la no violencia.
Ana, la protagonista de “Señora de rojo sobre fondo gris”, se ataba un hilo alrededor de uno de sus dedos para recordar que estaba enfadada con su marido. ¿Ha tenido usted que recordar cuándo se enfadaba con alguien? ¿O de natural tiene mal genio?
Sí, reconozco que tengo prontos. Y voceo con cierta facilidad. Pero nunca guardo rencores vitalicios. Mis enfados son breves
¿Cómo era Angeles, su mujer?
Si para hacer una aproximación a su figura he necesitado un libro, ¡imagínese lo que necesitaría ahora para intentar una semblanza más fiel y acabada!
¿Qué dice con más frecuencia, “gracias” o “de nada”?
Creo que digo más veces “gracias”. Tengo una educación antigua y y sigo cedíendo la acera a las señoras. Y ellas me dan las gracias o hacen una inclinación de cabeza. Esas cosas me gustan. Me parece muy bien que seamos iguales mujeres y hombres y que la mujer se haya emancipado y que haya irrumpido en la vida social y cultural con tanto talento. Pero yo siempre he dado una preferencia, una predilección a la mujer, porque creo que físicamente sí es más débil. Y he utilizado esas fórmulas de cortesía que vistas por los jóvenes son ridículas. Y para mí son obligadas.
Don Miguel, muchas gracias
Muchas gracias a tí
MIGUEL DELIBES: UNA SELECCIÓN por
Moriarty
EL CAMINO
Editorial AUSTRAL
Tercera novela de Miguel Delibes publicada en 1950, cuando su autor ya había conseguido el Premio Nadal por La sombra del ciprés es alargada (1948) y después de Aún es de día (1949) y constituye una magnífica muestra del estilo recio y sencillo de su autor, virtudes que provocan un interés inmediato por parte del lector. Evocación de los recuerdos de un niño de 11 años, Daniel el Mochuelo la noche anterior a su partida desde su aldea hasta la ciudad para estudiar el Bachillerato. Impresionante retrato de tipos, desde sus amigos Germán el Tiñoso o Roque el Moñigo hasta el tabernero Quino, El Camino es una de las mejores novelas de Delibes, una obra que llamó la atención de cineastas como Ana Mariscal o Josefina Molina y que destaca del conjunto de su obra, manifestándose hoy como uno de los mejores textos de la literatura española del siglo XX.
CINCO HORAS CON MARIO
Editorial AUSTRAL
Minucioso catálogo de todos los enemigos de cualquier persona digna. Denuncia sin paliativos de la hipocresía, el egoísmo de las personas, la codicia y la intolerancia narrado en forma de monólogo por una mujer que acaba de perder a su marido velando su cadáver durante la noche. Excelente relato de corte sicológico en el que otro hombre, otra personalidad apenas desvelada, asoma entre los recuerdos de una mujer de estrecha mentalidad. La novela conoció una versión teatral, en adaptación del propio Delibes, José Sámano y Josefina Molina, directora también del montaje, en la que la gran actriz Lola Herrera recorrió la geografía española con apabullante éxito.
EL PRÍNCIPE DESTRONADO
Editorial AUSTRAL
Historia de Quico, un niño de cuatro años, al que le nace una hermana. A lo largo de doce horas de su vida Miguel Delibes describe el mundo de Quico, sus sensaciones al verse relegado a un segundo plano, su entorno familiar, sus padres, las empleadas del hogar, la ciudad en la que vive, el mundo que habita. El autoritarismo de un padre que fue del bando vencedor en la guerra, las frustraciones de una madre agobiada por la carga de sus hijos. Todo visto con fuertes dosis de ternura, con sentido del humor y, a veces con amargura. Una historia en la que muchos lectores encontrarán trozos de su infancia, La novela fue llevada al cine por Antonio Mercero en 1977 con el título de La guerra de papá y encabezó la lista de películas más taquilleras del cine español durante varios años.
LOS SANTOS INOCENTES
Editorial AUSTRAL
Publicada en 1981, Los santos inocentes se centra en la relación entre la clase terrateniente agrícola y los humildes sometidos por sus amos y obligados de por vida a una relación de servidumbre casi medieval. Pero Delibes pone el acento igualmente en el necesario respeto hacia la naturaleza por parte del hombre, enfatizando y anunciando las consecuencias del desastre ecológico, que ya se manifiesta en la actualidad. Extraordinario retrato de personajes, desde Paco El Bajo, el señorito Iván, o el viejo Azarías. La versión cinematográfica realizada por Mario Camus en 1984 dio como resultado uno de los los mejores filmes de toda la historia del cine español y el justo premio al mejor actor en el Festival de Cannes, compartido por Alfredo Landa y Francisco Rabal por sus grandes interpretaciones, al tiempo que acrecentó la importancia del gran texto literario en que se inspira.
SEÑORA DE ROJO SOBRE FONDO GRIS
Editorial AUSTRAL
Un canto al amor maduro en el que su protagonista, un pintor que acaba de perder a su esposa, cuenta a su hija sus recuerdos de una mujer “que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir”. Alguien se preguntará el por qué de que esta novela no fuera llevada a la pantalla. La respuesta la da el mismo autor en la introducción del autor a sus Obras Completas: “Pilar Miró me telefoneó pidiéndome autorización para filmarla (…) Le respondí que no, que era una cosa muy personal y que me dolía comerciar con ella. En todo caso le prometí a Pilar que sería la encargada de llevarla al cine si algún día cambiaba yo de opinión. Pilar murió impensadamente al poco tiempo y yo me conformé con agradecerle su deferencia que, en verdad, me conmovió”.
EL HEREJE
Editorial AUSTRAL
Publicada en 1998, El hereje, constituye el testamento literario de su autor. Para narrar esta historia, centrada en el personaje de Cipriano Salcedo, Delibes nos traslada al Valladolid de comienzos del siglo XVI, cuando en toda Europa, la defensa de la religión interior y la vuelta a los orígenes propulsada por Erasmo de Rotterdam se enfrentaba con otra manera de entenderla basada en los rituales, las bulas y las indulgencias. El marco externo de esta novela -una de las más ambiciosas de su autor- es la capital castellana bajo la el reinado de Carlos V, pero, en realidad, constituye un ejemplo perfecto del entramado de las relaciones humanas en lucha consigo mismo y con las condiciones de vida que les tocaron vivir.
Moriarty, octubre de 2021