María Móntez: La reina del Technicolor
MARÍA MÓNTEZ: LA REINA DEL TECHNICOLOR
La mayoría de los cinéfilos sabe que Rita Hayworth, el gran mito erótico de los años 40 era hija del bailarín español Eduardo Cansino, pero algunos ignoran que María África Vidal de Santo Silas y Gracia, más conocida como María Móntez, la “Reina del Technicolor”, también era hija de un español, Isidoro Gracia García, nacido en la isla canaria de La Palma, cónsul español y delegado de la Embajada en la República Dominicana, país donde vino al mundo la actriz el 6 de junio de 1912. Tras haber intervenido en varias películas a comienzos de la década de los 40, fue catapultada a la fama como protagonista de LAS MIL Y UNA NOCHES, una fantasía oriental dirigida por John Rawlins, con Jon Hall al frente del reparto, película que inaugura una serie de importantes éxitos comerciales en producciones que combinaban el falso exotismo de cartón piedra, la aventura oriental y un cierto destape de bellas huríes, sultanas y princesas, como la hermosa narradora Scherezade en estos cuentos medievales en farsi, todo un clásico de la tradición cultural de Oriente Medio. La película dio origen a una auténtica fiebre de orientalismo y exotismo “made in Hollywood”, en películas como “Alí Babá y los 40 ladrones”, “La Reina Cobra” y “Sudán”, con directores de prestigio como Robert Siodmak o Arthur Lubin, con intérpretes como el propio Jon Hall o Sabú y, por supuesto, María Móntez, anunciada en la publicidad como “La reina del Technicolor”.
Sus películas coparon las pantallas españolas de la posguerra durante algún tiempo, hasta que pasó la moda oriental, pero María Móntez continuó aportando dividendos a los estudios durante algún tiempo en otras producciones menores como “Tánger”, “La conquista de un reino” (dirigida por Max Ophüls) o “Piratas de Monterrey”, hasta llegar a “La Atlántida”, según la novela de Pierre Benoit, toda una humillación para la reina del Technicolor, al haber sido rodada en blanco y negro. Gran parte del éxito de estas películas, además de lo ya citado, estaba en que siempre resultaba más fácil ver algo de carne en países cálidos y en mujeres envueltas en vaporosos velos que, por ejemplo, en alguna película ambientada en el invierno de San Petersburgo. Tanto es así que la bellísima María Móntez fue, para quien esto escribe, la primera actriz de la pantalla a la que un tierno infante de apenas seis o siete años empezó a mirar con cierto detenimiento, más allá de su (limitada) capacidad interpretativa. ¡Lästima que muriera tan joven, a los 39 años en la bañera de un hotel parisino, víctima, al parecer, de un infarto provocado por un baño de sales excesivamente caliente, pero imprescindible para que la reina del Technicolor mantuviera su peso medio ideal de 57 kilos!
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