Seguro que en este caluroso verano o en cualquier otro del pasado, al sintonizar alguna emisora de radio, habréis oído decir que tal o cual programa es un programa “refrescante”. A lo largo de los años esta tontería, cuyo significado aún no logro descifrar, ha llegado a convertirse en un tópico radiofónico, como si los programas se pudieran meter en un congelador para tomarlos más tarde, cuando el calor aprieta. En el cine, es distinto. Ahora no se, porque desde que Marvel y el cine de animación invadieron las salas ya no voy, pero antes, hace muchos años, cuando era pequeño, me encantaba ir a un cine de verano, preferentemente al Murcia Parque, para ver alguno de los musicales acuáticos interpretados por Esther Williams. Las películas de esta estrella de la natación eran, más o menos así: 14 ó 15 zambullidas en la piscina a cargo de una hermosa Esther Williams, cada vez con un bañador distinto, varios números en la piscina rodeada de beldades con coreografía de Busby Berkeley, Xavier Cugat en la parte musical con su bigotito, sus chihuahuas y sus mambos, las canciones del colombiano Carlos Julio Ramírez y algún numerito cómico a cargo de coñazos tipo Red Skelton. También varias pasaditas por la piscina por el latin lover de turno -preferentemente Fernando Lamas o Ricardo Montalbán– con su bronceado y su cokctail y…¡ya está! Pero…¿y la historia? Bueno, éso: chico conoce chica. Si a esto le añadimos el entorno del lugar: piscinas verde esmeralda, igual que en la película, gaseosa fría al alcance de la mano, noche estrellada y el jazmín extendiendo su perfume por el recinto, entonces, dicha perfecta.
Esther Williams, siendo ya una jovencita formó parte del equipo olímpico de natación sincronizada, acompañó al famoso Johnny Weismuller en varios espectáculos acuáticos y acabó siendo descubierta por un productor de la MGM que la convirtió en la principal estrella del llamado “musical acuático“. La película insignia de esta nueva modalidad fue Escuela de sirenas, dirigida por el elegante George Sidney, a la que siguieron otras como Fiesta!, En una isla contigo, La isla de Neptuno (Edward Buzzell) y, ya en los años cincuenta, Serenata en el valle del sol (Robert Z. Leonard), La primera sirena (Mervin LeRoy), Peligrosa cuando se moja (Charles Walters), en la que se bañaba con Tom y Jerry o La preferida de Neptuno (otra vez con George Sidney). Luego hizo papeles dramáticos, ya desvinculada de la MGM, vendió piscinas y bañadores, se casó con Fernando Lamas. practicó la natación hasta los noventa años y murió en la cama un año después, en su casa de Beverly Hills. Se dice que, mientras estuvo bajo contrato con la MGM un deslenguado productor, tal vez en una intentona por bajarle unos dólares su sueldo, soltó esta célebre frase: “Seca no vale nada”, lo cual indica que, invirtiendo los términos vendría a decir: “Mojada vale mucho”, frase mucho menos utilizada ya que, evidentemente, podía prestarse a otras interpretaciones.