Producción: Ediciones Orozco
Dirección: FERNANDO DELGADO
Guion: Fernando Delgado y Marcial Lalanda
Fotografía: Enrique Blanco
Segundo Operador: Eduardo G. Maroto
INTÉRPRETES:
MARCIAL LALANDA (Luis Romero) CARMEN VIANCE (Lucía), CELIA ESCUDERO (Ana María), FAUSTINO BRETAÑO (Don Lolo), EMA BECKER (Florencia Becker) (Teresa), JAVIER DE RIVERA (Antonio de Castro), JUANA ESPEJO (Madre de Luis), ALFONSO OROZCO (Reyes), EDUARDO GARCÍA MAROTO (Chófer), LORENZO SOLÁ, JOSÉ MATA.
Blanco y Negro
SINOPSIS:
El torero Luis Romero no acaba de decidirse entre una vampiresa apasionada y su sencilla novia.
COMEDIA
COMENTARIO DE FERNANDO DELGADO. DIRECTOR
Quise cantar a Madrid, a mi pueblo, mostrar la capital amada con sus vicios y sus virtudes y simbolizar en el protagonista, Don Lolo, al empedernido madrileño que se pasa el día haciendo que hace y la vida favoreciendo a los paletos que llegan a la capital, a su conquista quedándose siempre como el primer día, viendo pasar las vidas ajenas triunfantes en la capital sin participar en la gloria de nadie.
Si Marcial Lalanda tenía que ser el protagonista, naturalmente que la película tenía que ser de toros. ¿Españolada? ¿Por qué? ¿Qué significa esto de españolada? Yo creí que la españolada significaba el hecho de ridiculizar España en algún aspecto, pero no creí que una película de toros, realizada con Lalanda como protagonista torero, resultara una españolada. Podía ser mala película, pero españolada ¿por qué?
Faustino Bretaño, Faustino el Loco, como le llamábamos en el barrio de Pardiñas, era amigo mío desde los tiernos años de la niñez. Había sido contrincante mío en pedreas del barrio y aunque bastante mayor que yo, aunque él no lo declare, nuestro trato partía de muy lejos. Bretaño había tenido un éxito grande con su interpretación del Copita de Currito de la Cruz (1925) con Lugín ; yo fui uno de los que intervinieron en su contrato para aquella película y creí entonces, como creo siempre, que posee unas grandes condiciones para actor de cine. Tenía yo una obsesión con que hiciera un hombre madrileño maduro en una de mis películas. Le repartí el don Lolo. Dudaba qué título poner a la película, que comenzaba con un fandanguillo cuya letra me cantó el propio Bretaño y que decía: ¡Viva Madrid que es la corte, viva la Plaza Mayor, el portillo de Embajadores, que es donde he nacido yo!
Pensé que la película que cantaba a Madrid podría titularse ¡Viva Madrid, que es mi pueblo! ¡La que se armó entre los entendidos de estas cosas! Pero ¿a quién se le podría ocurrir aquello? ¡Un título que no cabía en ningún reclamo ni propaganda! Además, ¿qué quería decir aquello? Yo, entonces, era muy cerril y sabía no hacer caso a nadie y a los entendidos, mucho menos. Me emperré en que así había de titularse la película y así se tituló a pesar de todo. Quiero creer que uno de los mayores aciertos, fue el título. El éxito de ¡Viva Madrid, que es mi pueblo! fue definitivo, superando a todos los estrenos hasta entonces. Se estrenó el 5 de noviembre de 1928 en el cine Avenida. Ganamos la pelea a una de las películas de la Paramount como Alas (William A. Wellman, 1927) estrenada inmediatamente antes que la nuestra en el cine Avenida de esta capital. El gasto de la cinta (97.893 pesetas) se amortizó en Madrid. Llevaba yo como sueldo, como autor, director, rotulista, guionista etc. el 25 % de las utilidades. La primera liquidación me fue presentada con un justificante de gastos por valor de 300.000 pesetas. ¿Aquello podía ser? Sí, podía ser y fue. Un contrato mal hecho, fiado en una amistad. Me conformé con 30.000 pesetas por todo. He aquí a lo que quedó reducido el mayor negocio que pude hacer en mi vida.
COMENTARIO DE EDUARDO GARCÍA MAROTO. SEGUNDO OPERADOR
Enrique Blanco fue el operador que me dio la oportunidad de encargarme de la segunda cámara, aunque sin perder mi puesto de ayudante. Y como Delgado aseguraba que yo era un estupendo actor, me confió el papel de galán joven cómico, un simpático chófer con unas muy oportunas intervenciones al lado de Erna Becker. La verdad es que estaba un poco asustado porque siendo Bretaño el principal actor cómico, yo podía muy bien hacer el ridículo. Pero no fue así; lo hice estupendamente y dijeron que había contribuido muy acertadamente al éxito de la película.
En esta producción se dieron varias innovaciones. En los exteriores de la plaza de Chinchón y por primera vez en España se utilizó el negativo infrarrojo. El resultado fue asombroso; a la belleza de la plaza se unía la tremenda variación de contrastes de la fotografía que parecía un maravilloso aguafuerte, elogiado por críticos y público. Además, el maestro Daniel Montorio improvisó un acompañamiento musical acertadísimo que interpretaba en cada sesión. Se adelantó así a la música de fondo de los filmes sonoros posteriores. La película supuso un éxito extraordinario en el cine Avenida donde se proyectó y también en toda España y América. Y aunque los empresarios rehuían llevar a porcentaje las películas españolas, ésta fue una excepción y la permanencia en cartel y las recaudaciones superaron las de la exitosa “Alas” de la Paramount en quince mil pesetas de las de entonces. (“Aventuras y desventuras del cine español” de Eduardo G. Maroto)