EMPEZÓ EN BODA (1944)
Producción: FILMÓFONO
Dirección: RAFAELLO MATARAZZO
Argumento y Guion: Rafaello Matarazzo
Fotografía: Mariano G. Ruiz Capillas
Música: Emilio Lehmberg
INTÉRPRETES.
SARA MONTIEL (Lina) , FERNANDO FERNÁN GÓMEZ (Carlos), MANUEL ARBÓ (Pablo), GUADALUPE MUÑOZ SAMPEDRO (Rosa), JULIA LAJOS (María), RAFAEL BARDEM (Pedro), PILAR SOLER (Clotilde), CONCHA LÓPEZ SILVA (Teresa), LUIS ALCARAZ (Victoriano), GABRIEL ALGARA (Martínez).
Duración: 78 minutos
Blanco y negro
SINOPSIS:
La vida de una pareja de recién casados se complica al instalarse en su casa suegros y familiares
COMEDIA
COMENTARIO DE SARA MONTIEL. ACTRIZ
Gracias a Empezó en boda conocí a Fernando Fernán Gómez y a quien todavía era su novia, María Dolores Pradera, con la que se casaría un año después y con quien hice una gran amistad. Fernando fue el primer actor que traté y, también, el primero que me besó. Yo no sabía actuar, todos mis recursos eran, todavía, puramente intuitivos. Y tampoco sabía besar.
El rodaje del beso siempre lo he recordado como una humillación terrible. Yo no sabía cómo hacerlo. Me equivocaba. Me llenaba de vergüenza. Volvía a equivocarme…Tuvimos que rodar el plano una y otra vez. Era la primera ocasión en que actuaba de verdad, y que enfrentaba con algo que ignoraba.
Fernando me ayudó mucho, porque se dio cuenta de que yo era muy chica e inocente. Todos éramos muy jóvenes entonces. Fernando, Juan Antonio Bardem, que venía al rodaje a ver a su tía Guadalupe y que, aunque estudiaba para Ingeniero Agrónomo, quería saber cómo se rodaba.
Fernando me cogía y me decía
– María Antonia, cántame una canción
En la sala de maquillaje había un poyete alto para los cacharritos y él me aupaba allí, me sentaba y me pedía:
– Cántame Vereda tropical
Y yo se la cantaba. Luego quería otra cosa
– Cántame el aria de Lucía de Lammermoor
Y yo se la cantaba también, porque yo quería cantar. Lo que seguía era sin saber leer y Fernando me repasaba el diálogo para que lo aprendiese de oído, una y otra vez. Y así hasta el final de la película.
Tengo un excelente recuerdo de Fernando Fernán Gómez. Era un hombre que estaba preparado, que sabía hacer cine, teatro, mientras que yo llegaba allí de pardilla. Pero era muy vago y siempre estaba cansado y le gustaba estar tumbado con las piernas en alto. En las cuatro películas que he hecho con él, era así. Y yo siempre me decía:
– Con el talento que tiene, ¿por qué no escribirá? ¿Por qué no hará más cosas?
Y él:
– ¡Ah, qué pesado levantarse temprano!
Era todo lo contrario a mí. Yo era muy enérgica y él era muy tranquilo. Pero menos mal que espabiló, porque menudo cambio dio y en qué maravilla se ha convertido. Y me encantaba que me sentase y me pidiese cantar. Y luego, María Dolores fue cantante por mí, porque yo se lo decía:
– Cantas estupendamente bien, María Dolores. Cantas de locura.
Pero ella quería ser actriz y no cantó hasta mucho después porque, cuando finalmente Miguel Mihura me convenció para que me marchase a México ella me ayudó a arreglarlo todo y estuvo conmigo.
Me sorprendió mucho el rodaje, porque descubrí que había toda una parte técnica que tienes que aprender. Yo no entendía el orden salteado del plan de rodaje. Hacíamos un plano, por ejemplo el del beso, después decían ¡Corten! Y pasábamos a un plano completamente distinto. ¿Por qué no seguimos con todas las cámaras puestas?, me decía y me volvía loca. ¿Por qué hacemos primero la secuencia doce si es el final de la historia?
Yo creía que las películas se hacían como se ven: desde el principio hasta el final. Eso me tuvo preocupada durante el rodaje de Empezó en boda, porque no conocía la técnica. ¿Ahora hacemos el beso y están poniendo el decorado porque dicen que mañana hacemos la escena en que llegamos de recién casados y me entra en la habitación cogida en brazos, y ayer hicimos el final y para el principio tenemos que esperar a irnos a la iglesia y eso tiene que ser otro día? También me extrañó otra cosa del rodaje en la iglesia. Fuimos a San Damián en Madrid, una iglesia de jesuitas y me pusieron un vestido azul celeste.
– Pero, ¿por qué me voy a casar de azul? ¡Qué feo! –decía.
– Que no, que es azul para que en la película de blanco
Todo eso lo fui aprendiendo a trancas y barrancas, sobre la marcha.
Empezó en boda se estrenó a primeros de octubre y mi padre vino al estreno. Es curioso, pero yo no podía acudir al estreno, ya que era una película no apta para menores.
– ¿Cómo no voy a poder ir al estreno de mi propia película? –me indigné.
Para solucionarlo me buscaron un vestido de noche muy escotado y Herreros y los productores mintieron acerca de mi edad, diciendo que yo tenía 18 ó 20 años, cuando, en realidad, había cumplido 16.
(Sara Montiel. Memorias)
COMENTARIO DE FERNANDO FERNÁN GÓMEZ. ACTOR
Mi trabajo en Empezó en boda no me resultó sencillo sino bastante duro. El director Raffaello Matarazzo había visto el trabajo de varios actores españoles y me había elegido a mí. Yo, por tanto, estaba convencido de que aquél italiano se había dado cuenta de que yo era uno de los mejores actores del mundo y de que para interpretar aquella comedieta ligera estaba sobrado de facultades. Y, sin embargo, a cada momento me rectificaba, quería que me moviese de otra manera, que no pronunciase las frases como a mí me parecía bien. Llegué a sentir cada día en el momento de comenzar el rodaje el mismo temor que cuando era niño estudiante de bachillerato y se aproximaba la hora de la clase con don Horacio, pero con el inconveniente de que ahora, desde que era hombre, no podía marcharme por ahí, alejarme más y más del estudio, buscando ambientes desconocidos donde no hubiera que saberse la lección, donde no hubiera que hacer nada.
Sin saberlo, luchaba contra mi ignorancia, contra mi falta de oficio, que la desmesurada vanidad de mi juventud me impedía ver, y el director luchaba también contra otro inconveniente: el idioma. Un día, no hablando de ninguna escena en concreto, de ningún momento de mi personaje, sino del trabajo en general, aquél hombre sí consiguió hacerse entender. Me dijo algo así:
– Usted es un buen actor. Muy buen actor, en relación con su edad. Veintitrés años para un oficio tan difícil como el suyo no son nada. Pero tiene usted un defecto: ha visto muchas películas americanas. Se esfuerza usted en imitar a los actores americanos. Se le nota el esfuerzo. Y además no consigue usted parecer uno de los españoles que yo veo por la calle en estos meses que llevo aquí. Sus dotes de observación debe aplicarlas a la realidad española y no a las películas americanas.
Quizás nunca he recibido un consejo mejor.
Aún no había llegado el momento del neorrealismo italiano, ni el director Matarazzo fue uno de sus hombres, pero esta clase magistral demuestra que todo aquello ya se estaba gestando. Aquella lección y la impresión que me causó la carnal belleza de Sara Montiel a sus quince años sin cumplir, son los mejores recuerdos que guardo de Empezó en boda.
(El tiempo amarillo de Fernando Fernán Gómez)