LA FLORISTA DE LA REINA (1940)
Director: EUSEBIO FERNÁNDEZ ARDAVÍN
Productor: Saturnino Ulargui
Guion: Eusebio Fernández Ardavín, basado en el folletín escénico “La florista de la reina” de Luis Fernández Ardavín.
Adaptación. Rafael Gil
Fotografía: Ted Pahle
Montaje. Antonio Cánovas
Música. Juan Quintero
Ayudante de dirección: Rafael Gil
Intérpretes: MARIA GUERRERO, ALFREDO MAYO, JESÚS TORDESILLAS, ANA MARISCAL, MANOLITA MORÁN, JOSÉ PRADA.
Género: Melodrama sentimental
Duración: 89 minutos
SINOPSIS
Juan Manuel de las Heras, poeta y dramaturgo, abandona su pueblo y viaja a Madrid en busca de mejores expectativas. Durante el viaje en tren entabla conversación con un crítico teatral que le introduce en el ambiente de las tertulias literarias que tenían lugar en los cafés madrileños. En uno de ellos, el Café de Platerías, conoce a la florista, Flor (María Guerrero), una mujer que hace suspirar a los contertulios. Juan Manuel acaba prendado de la florista a pesar de las advertencias de Paco Moreno, empresario del Teatro Lope de Vega.
Comentario de ANA MARISCAL
“Tengo muchos y buenos recuerdos. Y otros no tan buenos, también. Yo había pasado los tres años de nuestra guerra civil separada de mis padres y de mis tres hermanos ya que ellos se quedaron en Madrid y yo permanecí en Palma de Mallorca con otra hermana. En Italia ya se rumoreaba después de “El último húsar” que el país iba a entrar en la guerra mundial y, lógicamente, mis padres pusieron el grito en el cielo porque, nada más terminar, me habían ofrecido varios contratos en Italia. Como además era muy joven, mis padres me pidieron que volviera a España y así lo hice. Nada más llegar me contrataron para “La florista de la reina” en la que, es cierto, tenía un papel muy parecido al de “El último húsar”, aunque mi personaje era el de una mujer mucho mayor que yo en aquél momento. Yo tenía dieciséis años y los papeles que interpretaba eran de mujeres de treinta. Este personaje era el de una actriz, amante del marido de la joven protagonista, que interpretaba María Guerrero. María era, quizás, un poco mayor para hacer el personaje en el cine. Ya lo había hecho en teatro pero ya sabemos que el físico y la edad pueden camuflarse mucho en la escena. Sin embargo a mí me encontraban joven, demasiado “cinematográfica” porque, al ser una obra teatral, querían conservar ese aire teatral por devoción a Luis Fernández Ardavín, su autor, hasta el punto de incluir en la película el recitado de unos versos por parte de María Guerrero. Allí, por tanto, se estableció un contraste entre las dos interpretaciones. Recuerdo ahora que otro gran director español, Rafael Gil, trabajaba como ayudante de Eusebio Fernández Ardavín.
El maquillador, que era un profesional ruso muy bueno, me pintaba muchísimo, como si fuera una actriz de teatro interpretando cine, pero a mí aquello no me gustaba nada y decidí jugarme el todo por el todo. Así que, al terminar de maquillarme, me iba al camerino y a punta de toalla y de uña me quitaba toda la pintura que podía de los ojos, la boca y las mejillas. Ignoro la razón, pero lo cierto es que, después, no se daban cuenta en el plató. El resultado fue que, en cierto momento, llegaron a querer sustituirme porque no me veían en el personaje. Pero aquello pasó y la película llegó a estrenarse antes que “El último húsar”. De modo que “La florista de la reina” fue la película que me dio popularidad antes que la primera, hasta tal punto que me fui al estreno de la película en el cine Callao con la convicción de que iba a pasar desapercibida, pero cuál sería mi sorpresa cuando, al acabar la proyección, no podía salir de la sala porque todo el mundo me asediaba pidiéndome autógrafos. Y, sobre todo, llamó la atención mi físico porque en nuestro cine había bastantes actrices muy guapas, llamativas, atractivas, pero el tipo que yo daba, un poco nórdica, es lo que llamó la atención y lo que hizo que la gente se fijara más en mí.” (“El cine español según sus directores” de Antonio Gregori)