RATAPLÁN (1935)
Producción: Francisco Elías/CIFESA
Dirección: FRANCISCO ELÍAS
Fotografía: Josep Gaspar, Adrien Porchet, Isidoro Golberger
INTÉRPRETES:
ANTOÑITA COLOMÉ, FÉLIX DE POMÉS, ROMA TAËNI, LUIS VILLASIUL, ALBERTO BARRENA, MIGUEL TEJADA, RAFAEL SEÑALADA, TEODORO BUSQUETS, MODESTO CID, JESÚS PUCHE, PASCUAL PARERA
Blanco y negro
SINOPSIS:
Un ladrón de guante blanco que se burla de la policía conoce a una misteriosa mujer
COMEDIA
COMENTARIO DE FRANCISCO ELÍAS. Director y Productor
Para hacerme perdonar la agresiva comercialidad de Boliche, produzco a finales de 1935 Rataplán, de la que soy autor y realizador. No hay ni castañuelas, ni golas, ni levitas ni saetas desgarradoras cantadas desde una ventana, ni nada de lo que tanto molesta a los custodios de la pureza del cine español. Su trama es policíaca: la historia de un ladrón de alto copete que se burla donosamente de la policía y sortea ingeniosamente la trampa que esta le tiende en la persona de una bella artista poseedora de una joya de gran valor. El ladrón se apodera no solo de la alhaja sino, también, del corazón de la hermosa. Al final se descubre que el elegante ladrón es un honrado editor que se ha propuesto lanzar a tambor batiente una novela titulada…Rataplán. Este final decepciona profundamente al espectador, no porque el ladrón haya dejado de ser ladrón, sino porque el autor, al burlarse de la policía se ha burlado, también de él, no haciéndole cómplice del engaño. Con ello transgredí una regla que debe observar todo productor deseoso de no defraudar al respetable. Y las transgresiones se pagan caras.
Con este film que me resultó sumamente costoso pierdo todo lo que gané con Boliche y termina mi breve carrera de productor-realizador. Pero esta “no comercialidad” de Rataplán es considerada como un signo de distinción , como un logro profesional y lo que pierdo en dinero lo gano en reputación. Hay que señalar que había en la película un despliegue desorbitado de innovaciones y “trucos” técnicos –mutación de lugares, atuendos, modos de locomoción-, mientras los personajes dialogaban sin solución de continuidad; fundidos encadenados “detrás” del protagonista y otras extravagancias que dejaban frío, cuando no indignado, al espectador. Le doy la razón al respetable que solo pide que le cuenten una buena historia, clara y llanamente, sin requilorios ni retorcimientos. Paga para que le entretengan, no para que le abrumen con complejidades esotéricas que exijan de él un continuo esfuerzo mental. Este esfuerzo lo reservan para otros menesteres más importantes que el de una simple diversión. He observado que la masa espectadora, con infalible instinto, rechaza esas exhibiciones de divismo o narcisismo del realizador que reclama el primer papel de su film. A aquella solamente le interesa el contexto de la obra y los personajes visibles, vivos y reales, que la representan. Lo demás, lo que ocurre entre bastidores, les es indiferente.
Por lo que respecta a Rataplán la crítica cinematográfica en general, la aclama como una de las mejores si no la mejor de todas las realizadas en España. Me llueven las proposiciones y ofertas.