ALGO PARA RECORDAR
Director: Nora Ephron
Guión: Nora Ephron, David S. Ward
Fotografía: Sven Nykvist
Intérpretes: Tom Hanks, Meg Ryan, Bill Pullman, Ross Malinge
UN CORAZON EN EL EMPIRE STATE
Historias de amor inolvidables se resolvieron en las alturas del Empire State, el rascacielos más emblemático de Nueva York. Allí murió un gorila enamorado, abatido por las fuerzas del “progreso”; en una de sus azoteas, un “Juan Nadie” desesperado, intentó el suicidio, evitado a tiempo por una periodista arrepentida. También fue el lugar de cita de una pareja irrepetible en un exquisito melodrama, “Tú y yo” de Leo McCarey, cuyo espíritu recoge Nora Ephron en “Algo para recordar”. El Empire State, escenario de primeras citas y de últimos adioses, tiene una extraña vinculación con el sentimiento. De ahí ese enorme corazón, incrustado entre sus muros –luminaria rojiza, parábola de amor- con que Nora Ephron rubrica esta deliciosa comedia romántica, una película que nos devuelve el aroma de un cine olvidado en el marasmo de violencia y pesimismo de la producción actual.
“Algo para recordar”, segundo largometraje de la guionista Nora Ephron, demuestra varias cosas: la importancia de argumento y guión en el cine actual, la facilidad de los buenos guionistas para adaptarse a la dirección, la necesidad de volver a un cine más optimista y, por fin, la influencia del cine en los sentimientos que el amor inspira.
Como Joseph L. Mankiewicz, como Dalton Trumbo, como Lawrence Kasdan, Ephron demuestra que el oficio de guionista es el mejor aprendizaje para un aspirante a director y que los elementos primordiales del cine: el ritmo narrativo, el diseño de personajes, la descripción de ambientes y escenarios, el encuadre y los diálogos, pueden y deben estar previstos en el propio texto literario. Por lo que respecta a la influencia del cine en el sentimiento amoroso, la propia Ephron afirma: “para los que hemos crecido con el cine, una gran cantidad de lo que sentimos sobre el amor está basado o influenciado por las películas que vimos cuando éramos pequeños”.
Sin embargo, el gran mérito de la película está en que, alejándose totalmente de la esquizofrenia del cine actual, rescatando un tema tan elemental y universal como el amor, consigue enganchar desde las primeras imágenes a un espectador agobiado por dosis de violencia audiovisual inimaginables hace años. Porque “Algo para recordar” no es una película de género que incluya la historia amorosa como un elemento más del relato, sino un film que se decanta por la comedia clásica romántica y que constituye un perfecto ejemplo de equilibrio entre el tratamiento clásico del tema –propio de una época más inocente- y la exposición madura de un sentimiento universal contemplado bajo el prisma de nuestra época.
Podrían ponerse reparos a la película de Ephron, reparos que tendrían más que ver con una actitud cínica ante la exposición sin tapujos de un noble sentimiento, pero el análisis racional no debe empañar la sensación de disfrute emocional que cualquier espectador sensible siente durante la proyección del film. En el fondo sería como la justificación del machismo de Sam, obligado a defender “Doce del patíbulo” frente a “Tú y yo”, basado, exclusivamente, en su condición masculina, cuando él mismo es protagonista de una historia similar. Decididamente la película de Nora Ephron será un título a recordar por su capacidad para redimirnos de tanta basura. Porque el cine, que en absoluto debe ser ajeno al reflejo de la realidad –por dura que esta sea- tampoco debe renunciar a la exposición de los sinceros sentimientos que aún anidan en el corazón de los hombres. Porque Hollywood carece de sentido de la medida: durante lustros nos impuso almibaradas historias, olvidando la realidad de su época y lleva ya demasiado tiempo instalado en el extremo opuesto. Ya va siendo hora de equilibrar la balanza.
Antonio Gregori